martes, 13 de septiembre de 2011

RECONOCER LA MANIPULACIÓN Y EL ABUSO Y DAR PASO A LA AUTOESTIMA Y LA TRANSFORMACIÓN

 MARIPOSA  DE  LUZ

           UNA EXPERIENCIA PERCEPTIVA TERAPÉUTICA


Noto una especie de tirantez en el cuello y en el pecho, tiroides y timo, algo cerrado que me cuesta abrir y me mantiene en la actitud de dejar todo fuera de mí: “siento fastidio por todo, no admito que nada de lo que ocurre en mi vida tiene que ver conmigo. Me resisto fuertemente a pensar y a sentir que lo que me está pasando tiene su origen en mí, no puede ser así. Yo siempre he hecho lo que he creído mejor para los que amo. Solo me falta ahora que me digan que todo lo que me están haciendo es culpa mía”.

Siento que no dejo entrar nada. No puedo admitir que lo que sucede en mi vida externa tiene relación conmigo,  que tiene que ver con quien yo soy y que puedo aprovechar esta experiencia para conocerme en profundidad, para descubrir, no mis errores sino mi  proceso de aprendizaje personal. Si me mantengo en la posición de “esto no tiene que ver conmigo”, la magia de la vida no puede participar en mis cosas. Todo lo que ocurre, me habla de mi, de alguna manera me obliga a aceptar que yo también soy eso, o que todo esto es parte de mi vida y sucede para que yo me haga consciente de cosas importantes que residen en mi interior, esperando que, a través de la película de mi vida, pueda hacerme consciente de mis cargas, de mis patrones heredados, del viaje de  mi alma, de los registros que hablan de quien yo soy en toda su extensión.

Cada vez que no dejo entrar nada, que me resisto y no acepto lo que ha ocurrido, me cierro al amor, a la magia, a la posibilidad de que se transformen las experiencias externas en situaciones llenas de verdad, de luz, de cambio, de alegría y de energía.

Sé que puedo admitir mi responsabilidad en todo esto, lo sé, pero no quiero que los verdaderos culpables queden sin reconocimiento, que sea yo encima la que haya de tragar con esto.” Y cierro mi tiroides, dejando mi cabeza rebotada por el ego henchido de dolor, latiendo y rechazando todo lo que también puede hacerme bien comprender, escuchar, asentir. Escucharme, reconocer las emociones que hay en mí, reconocer la rabia que mantengo oculta inconscientemente para no verla. Y por eso dejo de conectar con mis primeros chakras, para no encontrarme con mi rabia asentada en la zona sexual, con el dolor de haber sido traicionada, el dolor de no haberme dado cuenta de lo que estaba pasando, mi dolor y mi ira de mujer herida y menospreciada. Y cada vez que me aparto de mi energía femenina para no sentir, mis cargas siguen sin reconocer, atrapadas en mi mente que de esta manera no es capaz de entender nada, cerrándome a la consciencia, cerrándome a saber. El cambio está en mí, la profunda metamorfosis en la que estoy sumergida y que me ciega momentáneamente. He de confiar para permitir que toda esa transformación ocurra. He perdido la dignidad en el tiempo, sin darme cuenta, me he ido perdiendo a mi misma y ahora me encuentro, frente a una situación nueva que no soy capaz de entender porque no sé que la vida es consciencia, y no la falta de ella. Y si para hacerme consciente de lo que he permitido en mi vida necesito vivir esto, pues podría abrirme a experimentar, admitir que mi vida tomó un camino que no era mi camino pero que he fluido en él y que contiene un gran aprendizaje y las muestras y las huellas de mi vida más interna. Y que todo lo que ocurrió en ese largo acontecer, habla alto, me habla a gritos del respeto hacia mí misma. Porque nadie podrá respetarme sino me respeto, si permito el abuso, la manipulación, que aún no habiendo podido evitar, hoy sí reconozco. Y eso me ha de llevar no a culpabilizar fuera, sino a verme, a escucharme, a recordarme a mí misma, la que antes era, la que quedó paralizada todo este tiempo, la que se olvidó de sus ilusiones, la que se entregó sin medida y no vió y no sintió y no expresó su disconformidad con lo que estaba viviendo. Posiblemente entregué mi poder, sin saber, y salí de mi centro para entregar mi cetro a mi secuestrador, al que manipuló mis ideas, al que traicionó mi esencia, al que mintió, al que no hizo más que hablarme alto de que él también estaba perdido, no formado, sin madurar, sin crecer, sin amar.

No puedo reconocer que necesito ser amada, que me he separado de mi misma para no sentir, para no sentirme. Me niego a ello. Descubro que el amor que parecía haber no existe, que los demás no son lo que yo pensaba, que mis bases estaban asentadas en unos valores que no han podido sustentar los cimientos de la verdad de mi misma. Descubro que almaceno fastidio, prepotencia, dolor, y falta de experiencia en afrontar, por mí misma, las situaciones a las que me enfrenta la vida. Que he vivido engañada, que me he engañado a mi misma, y que del engaño ninguna verdad puede brotar.

No me he permitido ser yo. Ni he revisado mis valores, mis principios sustentadores de vida, que no se han ido transformando con el tiempo, y  todo quedó en un “yo creí que…” inicial.

No se me ha permitido hablar, se me ha obligado a callar y he aceptado. Y he perdido la costumbre de expresar mi verdad, y he cerrado mi cuello, mi garganta para no expresar y me he olvidado de mí. Han pasado los años como si nada y descubro que mi vida ha sido una mentira. Y descubro ahora que la verdad quedaba oculta y no la vi, no la pude ver, no la quise ver posiblemente para no sufrir.
Y llego a la conclusión de que es necesario e importante ver con claridad. Estar atentos a nuestra experiencia de vida. Que es vital ser conscientes, darnos cuenta de todo lo que ocurre dentro y a nuestro alrededor.  Reconocerse. Y ctualizarse, verse con nuevos ojos, reconocerse nueva, distinta en cada momento del tiempo, transformar las imágenes antiguas sobre mí y sobre el mundo. Aprender que es imprescindible crear constantemente en la acción circunstancias más afines a mi verdadera esencia, a lo que en realidad yo soy. No olvidarme de mí. E integrar que vivir la realidad de las cosas no es aguantar y soportar estoicamente todo lo que me sucede sino que, vivir la realidad, es vivir intrínsecamente la verdad de lo que soy, con toda mi genuidad y apertura, dejándome salir hacia fuera, expresar, comunicar, en las palabras y en los actos. Que es básico aprender a decir ¡no! con fuerza y sin gritos, un no del alma que atraviese barreras y apueste por el reconocimiento de una misma.

Es importante aceptar e integrar todo lo bueno que he hecho también, lo creado, lo entregado, agradecerse a una misma por todo ello, todo lo hermoso, toda la paciencia, la adaptabilidad y flexibilidad aunque a veces extrema. Hablarse con amor y cuidado para no dañarse más, darse todo el amor del que se te ha privado. Mirarse al espejo y decirse: “te quiero” “te quiero tal y como eres", con tu inconsciencia, con tu imagen olvidada, expresarse a una misma que eres capaz de retomar el camino de tu vida y avanzar, sí, y recoger todo lo positivo de lo vivido. Agradecer haber hecho todo lo que has hecho, porque eso, hoy, te da la oportunidad de verte nueva, llena de posibilidades, cambiada, disfrutando de cosas de las que nunca habías disfrutado. Mirarte a los ojos a través del espejo y llenarte de ti, ofrecerte, y decirte: “estoy dispuesta a todo con tal de ser feliz”. “Quiero ser feliz a tu lado, tu eres la que puede regalarme todo lo que necesito y todo lo que soy”. Abrazarte, estar cerca de ti misma, apoyarte, ser tu mejor amiga. Aprender hoy que puedes abrirte a las bendiciones de la vida, aprender a amarte de verdad, a corregirte, a cambiar, apostando por la mariposa de luz y color en que te despliegas tan pronto como te permites participar del cambio y la renovación. Hacerte consciente de todo lo bueno recibido, del sustento del que has sido depositaria, de cuántas cosas has podido hacer y compartir, de cuántas cosas has decidido no participar más y dejar atrás. Reconocer el “yo también me he equivocado”. Que he tomado decisiones equívocas como la de no confiar más, perjudicándome aún más a mi misma.

Quizás el remedio sea reconocer mi dolor, el abuso, el olvido de mi , dejarme sentir la necesidad de ser amada en toda su plenitud y abrir mi energía a la transformación. Aceptar que este es un momento nuevo y que si me abro a la creatividad del universo, a la creatividad de mi propia existencia, todo en mí fluirá sin freno y recuperaré mi dignidad perdida, me reconoceré como la mujer maravillosa que soy y el ser de luz que busca conocerse a través de todo esto. Y descubriré que puedo amar sin barreras ni muros, que no tengo que defenderme, tan solo comprenderme y amarme, y hablar con claridad de lo que siento, en cada momento y circunstancia, con todo el mundo, abriendo mi garganta a una parte de mi recluída y obligada, a la abundancia de palabras hermosas y llenas de armonía que  me nacen dentro. Y así, adentrando la atención en mi tercer ojo, atendiéndolo, estando avizor a lo que la vida me descubre, centrada en mi misma, en lo que yo quiero, dando paso a la confianza tranquila que proporciona saber que no se te escapa nada, que puedes estar atenta y ver con claridad, comprender, entender la vida. Confiar del todo porque nadie hay fuera que haya que temer cuando uno se encuentra en el centro de su ser, fluyendo en todo y con todo.

"Me permito ser yo misma, con mis cualidades y todo el potencial de luz que contengo. Me abro a sentirme, a confiar en el mundo, porque me amo a mi por encima de todo, me ayudo, colaboro con lo que necesito para ser feliz desde mi espacio interno. Abro mi garganta a la plenitud que me proporciona la expresión de mi misma tal cual soy, con todo lo mío, aclarando mi camino, fluyendo en la dirección que decido claramente desde mi lucidez interior, mi visión interna. Me concedo el beneficio de reconocer mis dones y todas las bendiciones que hay diariamente en mi vida y me abro a descubrir que, mi propia vida, me proporciona en cada momento lo mejor a pesar de que me cueste comprender, y que soy amada porque la energía del Amor, fluye debajo de todas mis situaciones para ayudarme a creer en mí, en el lúcido sol que brota cada mañana. En mí. En las aguas transparentes en que Dios deposita su imagen y de la que soy reflejo. En el aire que me permite respirar el universo y la naturaleza y compartir la vida. En el fuego que me impulsa ha salir del laberinto de emociones  del cual estoy aprendiendo, fortalecida y llena de nuevas decisiones, intenciones dirigidas y caudales infinitos de luz. En el éter, en ese éter que flota crecido ahora, en este momento de consciencia, abriendo nuevos canales divinos en mí, envolviéndome y proporcionándome Todo. Soy esa Mariposa de Luz que se abre al cambio interior, a la profunda transformación que me une a mi misma y al mismísimo Dios.



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