miércoles, 14 de septiembre de 2011

LA INDIGNIDAD

       LA INDIGNIDAD INTERIOR
UNA EXPERIENCIA PERCEPTIVA DE SANACIÓN

Percibo que gobierno desde la barriga, y que mi cabeza es como si no tuviera control ni decisión ninguna sobre esta parte. El abdomen manda, dirige, eligiendo desde las emociones y sin opinión ni discernimiento mental ninguno. La cabeza la noto desequilibrada, como si fuera de un lado a otro, y los pensamientos no encontraran el centramiento, mi mente es pura dispersión. Me noto mientras estoy así, como alocada, sin calar hondo dentro de mi, y cuando hablo es como hablar por hablar, sin control y sin sentimiento. Es como si el gobierno de mi mundo se diera desde el abdomen y mi cabeza estuviera dando vueltas, con el tercer ojo completamente disperso. Y me pregunto qué me ha llevado a eso, al hecho de satisfacerme desde mi lado emocional sin dejar que la mente opine, que el corazón decida, sin lugar para elegir mis pensamientos y con decisiones tomadas desde lo visceral. Nace una energía potente, rabiosa y muy negativa en el primer chakra, resultado de la necesidad de hacer pagar, como de castigar, fruto a su vez del dolor sentido y negado, de todas las experiencias de mi vida, atroces, de todas las traiciones y abusos que no he podido integrar y permanecen asustados, reprimidos bajo el imperativo de mi lado dominante, castrando todo intento de conexión sutil con mi sufrimiento y mi pesar. Es como si necesitara en el fondo asumir todo lo que he vivido, todo lo que ha ocurrido en mi vida, decirle ¡sí! Eso me ha pasado a mí, yo también soy esa y voy a construirme desde ahí, potenciando mi discernimiento, mi don de luz.

       


No me permito decirme palabras hermosas de amor hacia mi misma. Sí las que salen de la seducción o el atractivo físico pero no las que expresan cariñosamente que soy yo y que me quiero tal cual soy, coja, tuerta, dormida, asustada, quemada, atontada y aturdida. Grandes obstáculos esconden grandes oportunidades. Los dolores más intensos de vida guardan enormes potenciales, dones maravillosos. Grandes posibilidades de consciencia, capacidad para amar sin límites desde un centro bien cultivado y repleto de palabras, gestos y actos de amor hacia una misma una y otra vez. Actos que no residen en el concederme algo sintiéndome culpable por concedérmelo ni desde el ego de ¡porque yo lo valgo! Hacer diariamente actos positivos hacia una misma, desde la construcción, dando lugar a la espontaneidad y al juego, a la atención y a la amabilidad. Muchas de nosotras hemos comprendido a las personas que nos hicieron daño, porque sabíamos que en alguna parte de ese ser había algo bueno pero por lo que fuera, no se estaba dejando ver. Hemos apoyado a los que nos trataron mal, hemos amado a quien nos gritó y traicionó. Hemos permanecido al lado de personas que nos maltrataban física, y psíquicamente, esperando que se dieran cuenta de su error, confiando en nuestra bondad y gastando todas nuestras fuerzas en solucionar y ..olvidar. Pero no se olvida, todo eso no se olvida, queda registrado y guardado en el alma femenina, latiendo por salir, y experimentándose en un dolor de cabeza, en un exceso de actividad, en hablar demasiado, en no escuchar, negando cualquier actitud y acción que nos pudiera llevar a conectar de nuevo con ese terrible dolor. Cuantas veces las circunstancias que no podemos doblegar y aceptamos sin más son giros en el camino que nos conducen a nuestra verdad…a abrir nuestra consciencia y a conocer la gran capacidad y profundidad de nuestro amor y de nuestra comprensión. Se desvelan en esos momentos envueltos de oscuridad, dones ocultos espectaculares, herramientas que apagan los fuegos y diluyen las tormentas. Lo que ocurre es que, para poder sobrevivir a esos momentos tan duros, algo se paraliza de por vida en nosotros, algún tipo de locura se hace hueco en nuestra genialidad, un montón de llantos atroces empujan por romper las presas de nuestros miedos…Son épocas de la vida en que no quiero pensar, quiero darles carpetazo y pasar página. Solo que su huella permanece en mí, creando distorsión y destrucción. Construir, eso es lo que necesito, construir. Sanar los cimientos. Tomar contacto con todo lo que viví, reconocerlo, para extraer su don. Poder ver y reconocer las situaciones que no interpreté en su momento porque podían producirme demasiado dolor, y para evitarlo me inhibí y las suprimí de mi mente consciente. Aún así, todas estas situaciones quedaron grabadas en mi subconsciente, y al no haber sido reconectados y expresados sus aspectos negativos han seguido influyendo en mi vida y hoy, me bloquean y perjudican, y no me permiten experimentarme desde el corazón y desde la expresión positiva. Todo eso que guardé me habla a cada instante. Unas veces se llama ansiedad, otras veces frustración, otras, depresión, decepción, dolor en definitiva. No encontré consuelo en aquellos momentos, no pude aceptar el dolor y transformarme. El dolor de la pérdida, la desesperación, el descontrol de mis pensamientos, el dolor físico, un sistema nervioso tan irritado que no puedo a veces contener mis palabras y hago daño. No tengo el control, mis emociones negativas y sin resolver lo tienen. No tengo el poder aunque me muestre imperativa porque el real poder nace de un corazón equilibrado, decidido y compasivo.

Toda la indignidad que ahoga mis palabras y mis pensamientos de luz, todo eso que no puedo recordar, que reprimí tan intensamente para asegurarme de que no saldrían más. Todo el dolor de mi corazón, por la pérdida, por el abuso, por la traición, se quedó sin expresar y engendró la locura de mi pensamiento que se reproduce incesante para no caer, para olvidar.. Y pienso y pienso y me confundo y me creo con razones. Y es a partir de ahí que no encuentro motivo  para entender o responsabilizarme de lo que ocurre en mi vida. Es desde ese oculto dolor desde donde construyo mi dia a dia y mis relaciones. Desde donde experimento mis obligaciones. Desde donde me niego a la vida, desde donde aprendo a desconfiar tanto que mi alma se encuentra así dolorida, aislada, sola y triste.



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