lunes, 14 de noviembre de 2016

En mi viaje hacia la sensatez

En mi viaje hacia la sensatez, me descubro entre la evasión, la desconexión, la risa enloquecida, los barbitúricos mentales y el deseo de felicidad, el estar, el ser.
Y en el camino se desata mi sombra, asombrada de ser percibida, reclamando amor. Negación, búsqueda de la luz, reconocimiento de desechos, náuseas, me acosan.
Y viajando hacia la realidad, llena de agobios, desgaste, miedos, sinsaber, dolor, el reencuentro de mi, fortaleza, consciencia, amor.
Corriendo hacia la luz sin huida.
Aceptando los pasos del camino.
Viéndome en todo, abierta a no ocultar, a no reprimir, a no ahogar, a no tapar sistemáticamente, a mostrarme, a dejarme ver, tal cual.
Luz y oscuridad, verdad.
Cuanta más verdad de mi, más presencia.

Y experimento que me sienta bien, que agradezco no tener que estar siempre fuerte y dispuesta. Permitirme pedir apoyo, acompañamiento, luz para el proceso, atención, cariño.
Eres fuerte hasta que dejas de serlo o estarlo. Y para recuperarte necesitas sentirte amada, mimada, requerida, poder expresar la necesidad.

Hay tanto por dejar salir...residuos de mi historia.
Ahora hasta amo mi ego, tan glorioso, diligente, vistoso a veces y otras tan escondido, pequeño. El ego que lleva mostrándome a mí misma toda una eternidad, con tanta claridad...hoy te lo agradezco, fiel secretario de mi esencia, trabajador incansable e insistente.
Cuánta belleza humana se despliega entre visiones, estados raros, pálpitos, emociones incontrolables, pesar, desesperanza para volver a esperar, teñidos, engaños, y también sonrisas, brillos, ternuras, sabiduría.
Viajando hacia la esencia, esta vez obligada para no escapar, descubro parajes derruídos, lúgubres, sin sol. Paisajes de luna negra de puro recogimiento. Lugares intermedios, tranquilos. Espacios desorientados, tristes, confundidos. Y momentáneos pasajes resplandecientes de luz intensa, de acuerdo, de recuerdo, de paz, amorosidad, armonía y serenidad.
Voy, recuperando mi voz, silenciosa o a gritos. Todo está bien, entrando y saliendo del lodo, del apego. Y tocando en breves instantes la luz del sol que se abre, luminoso, para sanarme, para que me de cuenta, para que corra de mis trampas, para que tome mi libertad y viva desde la consciencia, eternamente agradecida y renacida.