sábado, 3 de diciembre de 2011

EL OSCURECIMIENTO DE LA LUZ



Qué belleza descubro en el Ser, y en su manifestación. Me maravilla poder contemplar desde la esencia, lo divino, cómo necesitamos experimentar la oscuridad, las circunstancias que vivimos para poder sentir, para poder sentirnos. Es precioso percibir y sentir la luz y observar cómo se envuelve para descubrirse de nuevo. Llegamos a la hermosa Tierra y nos oscurecemos con tantos patrones y registros ancestrales, tantas creencias creídas que nos cuesta abrir los ojos y ver la luz, reconocer quiénes en realidad somos, observadores vibrantes, llenos de amor y de gratitud por la experiencia que estamos viviendo. Sin embargo, desde la personalidad, nos encontramos descifrando mundo, sentimientos, emociones antiguas, pensamientos no pensados, vidas de prisión, nacimientos a la muerte, decepciones. Todo se cubre como de una insólita penumbra y nos cierra a la visión, al espectáculo divino, donde el color y el sonido es fruto de la magia que ocurre en nuestro interior. Cada pena, cada dolor, cada adversidad y obstáculo, abren sus puertas para que podamos asomarnos y ver, pero muchas veces nos quedamos encerrados dentro, recitando en nuestras cabezas cuánto nos duele, cuánto nos cuesta, qué difícil es…El velo permanece mucho tiempo, tapando nuestros ojos, nuestros oídos, tapando los miedos y tristezas para poder seguir hacia delante, con el propósito de vivir la vida. Y la vida se nos ofrece a puertas abiertas cada vez que tropezamos, cada vez que lloramos, en cada instante de incomprensión, en la falta de entendimiento, en los conflictos, en las desarmonías, situaciones que hablan y expresan todo aquello que debemos conocer de nosotros, todo lo que quedó antaño guardado y escondido y hace daño. Todo lo que permanece oculto, reprimido, sin decir. Todo eso es lo que contengo yo. Desde todo eso suena mi canción. Es toda esa oscuridad que me envuelve cuando nazco a un mundo sin conciencia, la que me abre de par en par, me arranca el velo cada vez, me enseña como el mejor maestro, me comunica quien soy, y yo puedo escuchar, abrir bien los ojos, o permanecer dormida, viviendo mi sueño lejano e irreal.
Gracias Vida por permitirme elegir, por la libertad de aventurarme en terreno movedizo, gracias por caer, por levantarme una y otra vez, gracias por la confusión, por la duda, por la inquietud profunda, por la búsqueda, el sueño, doy gracias a la vida que nos muestra su verdad a gritos y a pesar de mis miedos y de todos los miedos del mundo, abro las puertas a través de las que respiro, y desde donde me veo con la claridad de un sol que brilla en un eterno  amanecer.