lunes, 19 de diciembre de 2011

NUESTROS NIÑOS NOS HABLAN CLARO A LA CARA

En el último estudio del Árbol de la Vida que he hecho a un niño e interpretado a su madre, he aprendido muchas cosas. En algún aspecto, me ha servido para recordarme a mi misma dónde he de colocar el amor.
Nuestros niños nos hablan claro a la cara. Y si no estamos acostumbrados a expresar lo nuestro, a mostrar quiénes somos, ver nuestra imagen reflejada en el rostro de un hijo, o descubrir que tu hijo se está abriendo como se abren los más artesanales abanicos, para permitirte ver y conocerte a ti misma, no podremos reconocernos en ellos y llegar a la verdad. Pensaremos que algo anda mal en ellos, que los hemos de cuidar y disciplinar para que puedan tener vidas “de provecho”, y que sus distorsiones no se pueden abandonar, cosa que lleva una gran cantidad de atención y esfuerzo por parte de los padres, de los padres que tienen interés.



Es realmente más fácil y provechoso que, desde el primer planteamiento que nos hacemos de tener un bebé, tomemos consciencia de que traer un niño a este mundo significa CRECER. Invitamos a un Ser a encarnar y participar de nuestra experiencia de vida. A compartir todo entre todos. Y por primera vez hemos de plantearnos que podemos sentirnos uno, en vez de manifestar separación. Nacer, la manera de nacer, puede ya estar expresando lo que ese Ser viene a mostrarnos, lo que ALUMBRA con su nacimiento y lo que nos hará VER y TRANSFORMAR,


tan sólo por el hecho de que seamos sus padres.



 Como progenitores cuidaremos físicamente a nuestro bebé, pero será desde el primer momento él quien nos hable claro y de frente, quien nos exprese a través de su cuerpo, de su llanto, de sus dificultades, bloqueos y dolencias. Es hermoso abrirse a una visión cósmica de nuestros hijos. Abrirse a reconocer en ellos al maestro que mejor nos guiará hacia las profundidades de nuestro interior.
Como madres amamantamos a nuestro bebé, sostenemos en nuestros brazos su cuerpo, acompañamos su llanto, le miramos a los ojos y le preguntamos ¿qué te pasa hijo? Y él con su mirada nos responde: ¿qué te pasa a ti? Y si en ese momento sabemos que él está llevándonos a conectar con nuestra niña o niño, posiblemente olvidados, que él está sintiendo tus miedos, tristezas, dudas, y que su única posibilidad antes de que pueda hablar e incluso después, es manifestar molestias, dolores, llanto, porque esa es su manera de dar salida a todo lo que está sintiendo y experimentando dentro de sí. Si sabemos todo esto, le descargamos de tener que ser el espejo donde nos miremos para aprender quiénes somos y qué hay dentro de nosotros.
El Árbol de la Vida, como siempre, desvela patrones heredados que encarna el niño desde el momento de nacer. Por eso muchas veces parece que el alma nunca acaba de encarnar. Puedo decir por mi experiencia terapéutica, que encuentro muchas, muchas personas que aún no han podido encarnar. Antes, los de generaciones previas, tirábamos para adelante suponiendo inconscientemente que lo que nos ocurría era fallo del destino, de Dios, o vete tu a saber de quién. Sentíamos profundamente que algo no funcionaba bien en nosotros y hemos ido sobreviviendo separando y ocultando nuestras historias, en definitiva, desequilibrándonos, atrayendo a nuestras vidas situaciones que no hemos podido entender, a las que no hemos podido dar explicación. Hemos malentendido que el éxito era hacer buenos negocios, malgastar o poseer. Y lo único que podemos poseer, si lo llamamos así, es a nosotros mismos. A nuestro Ser verdadero, el que nunca supimos que andaba a la espera de nuestras mejores actuaciones. Relegamos nuestros mejores dones a simples y puntuales momentos. Y permanecimos de alguna manera envueltos en un no se sabe qué, como en un apagón cíclico, un dolor asociado a, un temor a salir de, muchos miedos de ser como realmente somos. Niños que hemos crecido olvidándonos de la magia de la vida, de lo verdaderamente magos que han sido y son nuestros padres. Sería maravilloso que pudiéramos sentir a la madre y al padre como seres de luz que dejaron su universo para acogernos en otra estrella, para darnos la bienvenida y estar presentes desde atrás, en nuestra experiencia divina aquí en la Tierra.


Sería realmente iluminador que su personalidad no nos confundiera, que nuestra visión única fuera a centrarse en la inmensa multidimensionalidad de su corazón, en la inspiración de vida que son para nosotros, en su muestra de amor estando aquí, participando en nuestras vidas y sin ser reconocidos la mayoría de las veces. No importa que en tu programa, en tu experiencia de vida física ellos no hayan sabido hacerlo bien, que se hayan equivocado, porque todos estamos aprendiendo, de hecho a eso venimos, a integrarnos en la materia, a experimentar y eso significa meter la pata, tropezar con la misma piedra u otras varias hasta que aprendemos y reconocemos que hay otras posibilidades y que detrás de cada tropezón o caída está la luz de un momento nuevo, creativo, de total conexión interna. Y que detrás de todo ello está sustentándolo todo el AMOR.
Hemos estado todos envueltos en una gran confusión. No sabíamos que podíamos permitirnos sentir, y mucho menos dar a luz todo nuestro potencial. Desconocíamos que lo que ocurría en nuestras vidas externas hablaba claro y alto de las historias familiares y los registros del alma que son parte de quienes somos. No podíamos entender, y si nos resonaba algo, creíamos que todo eso era fruto de estar poco evolucionados, de ser imperfectos, de ser ignorantes, culpables, víctimas y mártires de una sociedad o un mundo desigual, duro, enfermo y autoritario.
He oído tantas veces decir que somos el resultado de lo que hemos vivido de pequeños, de la sociedad, etc, y yo siento que todos traemos ya nuestro plan de vuelo, y que tan solo hemos de aprender a volar. Que llegamos a este mundo a través del cual vamos a reconocernos. Que tenemos la posibilidad de aceptar todo lo que ocurre en nuestras vidas como parte o prolongación de nosotros mismos, como reflejo de nuestras cargas y bloqueos, como suma de nuestra historia ancestral y nuestra historia personal. Y que todo aquello que sucede en nuestra vida, y que nos hace reaccionar, lo hace porque en nuestro interior más olvidado, reprimido u oculto, hay informaciones y momentos de vida que no hemos podido enfrentar, que nuestro corazón no ha comprendido, emociones tristes y fuertes, que se levantan encendidas cuando son provocadas desde fuera y nos creemos que es culpa del de fuera que estemos enfadados, dormidos, tristes, histéricos, en lugar de aprender a ver que todo lo que está pasando tiene que ver conmigo, que si reacciono es porque hay en mis adentros emociones e historias por curar, por transformar y que puedo, aceptar ese regalo inmenso que es la vida que me muestra a cada minuto quien yo soy, y que me puedo liberar, y que puedo descifrarme y movilizar mi luz, y expandirla y por resonancia, iluminar la vida infinita…Descubrir, por fin, que soy IMPORTANTE, que puedo vivir bien, que puedo ACEPTAR lo que me llega, que puedo verme en los demás, que puedo DISOLVER EL JUICIO sobre mí mismo y sobre otros, que puedo reconectarme a mi verdadero Ser, ese que con pinceladas de todo tipo me enseña a observarme de una manera totalmente distinta, me abre a la luz, la claridad y la CONSCIENCIA.
No hay nada en el exterior que no me hable de mí. Todo lo hace. Y puedo aceptar que es así, puedo abrir y no cerrar, puedo amarme y proporcionarme la posibilidad de entrar en un nuevo universo cuántico donde las múltiples posibilidades existen y donde, sobretodo, tengo la libertad de elegir.
Seguirá….

2 comentarios:

  1. Ana, nena GRÀCIES. En estos momentos eres una luz para mi, que ando tan perdida entre tanta oscuridad... Te quiero bonica :)

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