miércoles, 28 de diciembre de 2011

Todos estos escritos, INSPIRACIONES, son fruto de las sesiones terapéuticas y de los estudios individuales del Árbol de la Vida . Están escritas en primera persona porque son la transmisión de mis percepciones en el espacio de tiempo en el que estoy sintiendo a la persona, antes, durante o después de mi trabajo de sanación con ella. Además, siento que el hecho de que estén escritas en primera persona, y si lo podéis leer como si esto pudiera ser parte de vuestra historia, resonará y conmoverá vuestro interior y transformará vuestra experiencia de vida.

DESCONEXIÓN Y DIFICULTAD PARA ENCARNAR

Me cuesta centrarme, y no es tanto que ande despistado con muchas cosas entre manos sino que me siento como si no acabara de encajarme en mí. Como si algo necesitara hacer clack, y un no sé qué, pudiera asentarse en mi cuerpo, pies con pies, piernas con piernas, caderas con caderas, vientre con vientre, plexo con plexo, brazos con brazos, pecho con pecho, corazón con corazón, garganta con garganta, cerebro con cerebro, espalda y columna, con espalda y con columna vertebral. Veo como el director que está dirigiendo desde fuera a la orquesta, no se vive orquesta, no se vibra desde dentro y sin embargo es consciente de todo lo que pasa, sin sentirlo en su cuerpo, apartada y viéndolo desde un lugar más alto que el propio cuerpo. Necesito sentir mi cuerpo, mis músculos, mis huesos, mi sacro, entrar dentro y sentirme físico, gobernando, desde dentro y no como observando sin acabar de entrar. Eso me confunde y me impide participar. Y cuando siento ese deseo tan fuerte de encarnar, descubro mis iras, rabias y miedos, y los veo como infantiles, sin madurar, asustados y sin dejarme encarnar. Y al no hacerlo, noto la cabeza y todo en mí absolutamente desconectado, cerca pero en desconexión y nada en mí reacciona. Es como si no me enterara de nada. No estoy unido a mi ser guerrero, a mis reacciones instintivas, a mi empoderamiento, a mí. ¿Qué está pasando aquí? Pierdo mi poder, no lo puedo encontrar, no puedo hacerme cargo de él y permanezco víctima de ese desfase de cuerpos. Siento que no puedo actuar, que me creo que sí, pero me es imposible, como si me fallara la fuerza de brazos y piernas para arrancar y mover lo que quiero. Mi cabeza está como indefensa, y me hace sentir que no puedo acercarme a mí, aún por más que lo quiero, temo la cercanía de mi propio cuerpo, y la temo por mi historia, por las grabaciones que encarno cuando me asiento. Pero si no entro, me quedo sin vida porque todo lo veo y lo observo pero no me meto, no participo, y así no me someto, a las necesidades del cuerpo, a asumir la responsabilidad de mis ancestros, a corresponder a lo que he creado, a ser sincero con todo lo que traigo de atrás. Y precisamente por eso permanezco experimentando el inconsciente, sin crear lo que yo verdaderamente quiero. Si me meto me pierdo, me envuelve el mundo y las historias de todos y me aparto de mi camino. Si me meto me olvido de lo que vine a hacer, ya de niño decidí no entrar más y así no sufrir lo que otros me desdeñaban, lo que otros pensaban sin saber de mí.


Y al mismo tiempo también veo un ser que yo soy, altanero y que se cree que sabe más que otros, que otros no están a su altura, que desdeña los pensamientos y las ideas de los demás, porque ni de lejos se acercan a las mías, que son la verdad. He confundido la verdad con el deseo de que mis ideas fueran ciertas para demostrar al mundo que yo valgo. Y he puesto mi propio valor, lo que yo soy, en manos de lo que los otros han de ver de mí, y lo han de ver si o si, casi por obligación. ¿Por qué cómo no se dan cuenta de quién soy? Todavía está mi mente consternada porque no me ven, no ven que yo traigo una verdad, una noticia que dar. Y ahí me pierdo de verdad porque cada uno de nosotros, trae un gran mensaje cósmico para regalar, con el que bendecirnos y hacernos sentir uno, iguales, unidos en esencia. Pensar que los otros traen sus mensajes, me impacta porque yo creí que solo yo podía traer este regalo al mundo. ¿Los demás también traen mensajes? ¿Y también los joyeros, y los fontaneros, y los ladrones y los aletargados? Pues me lo he creído, he creído durante tantos años que era yo quien traía el mensaje de luz que todos estaban esperando. Me cuesta reaccionar a mí mismo, incorporarme como persona corriente,  tan maravillosa como todos los demás. Todos cumplen con su misión, aunque desde fuera pudiera no parecerlo. Hay tantos miedos para meterme dentro, me veo balanceando mi cuerpo de niño, con mucho temor, dolor, mucho miedo, mucha soledad, mucho tiempo que aguantar esta historia. Si yo ya estoy evolucionado, yo ya he estado en las grandes esferas, tener que aguantar que no se me reconozca nunca nada…Y aparece el amor, y el beso, y el encuentro de almas, pero siempre siento que soy yo el que favorezco, el que ayudo, acompaño, y no me conecto, porque yo ya sé, ya veo, veo más y así puedo dirigir. Y así no me dejo sentir, no me vibro, no me expando. Yo soy como todos, un ser de luz haciendo su camino, presenciando la Tierra, colmándome de lo anciano, de lo que ya se hizo y ya se dijo, permitiéndome jugar, distraerme, no alcanzar, respetar y ser respetado, comulgar con las ideas de otros,
¿Porqué no van a ser genuinas y valorables? ¿Qué verdad es la que yo poseo? ¿La de una autoridad que significa falsedad, angustia, no participar, no conectar, no sentir, temer, morir en la confusión?
Me asusta vivir, no quiero estar aquí, no quiero, y me esfuerzo por ayudar a los demás, pero me muero cada día porque no vivo, la alegría se disipa en cuanto mi mente se entera de que algo está pasando, no dejándome vibrar al unísono y unirme a todo. Mi mente me controla, me aparta, me separa, me aísla, y yo me lo creo. Mi mente me miente, miente a mi cuerpo que no le permite disfrutar, miente a mi propia vida que sigue abandonada, miente a mi ser y le desvaloriza, pierdo la fuerza en no aprender, porque esa venda que mi mente ha puesto en mis ojos, me castra la empatía, el conocer, el sentir, me obliga a no vivenciar y ser parte de todo este cómico lío que hay aquí en la tierra. Puedo ser yo, el niño que no se aparta, que se espera y desea mantenerse en contacto con los demás, a pesar de sus  mentes, de sus historias, quiero mantener mi contacto, no irme y dejarlos como imposibles, como poco sabios. Ese diablo que me ha acompañado siempre, no es diablo sino que no me permito conectar con los otros porque no puedo creerme que me van a aceptar y antes de sentir el rechazo, los rechazo yo y así me hago creer a mi mismo que es que no lo van a entender, que no soy comprendido. Y las emociones, y los vínculos, esperan y desesperan. Me cierro y defiendo tan fuerte que no me puedo comunicar y mientras los demás, esperan, que un día la muerte me revele la verdad, que un día abandone mi postura y mi rigidez y me acerque a los demás con humildad, con igualdad, con unidad, y me olvide de propósitos únicos de los que yo soy único depositario y pueda por fin reírme de todo, con todos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario