viernes, 3 de febrero de 2012

LA MUERTE. ENTENDER LA MEDIUMNIDAD


Desde luego es un acierto que después de la muerte no haya final sino comienzo.  Por difícil que sea de comprender, por extraño que parezca, la vida se prolonga mucho más allá de lo que imaginamos, sabemos o entendemos. No lo sé de buena tinta, en el sentido de que no he tenido ninguna de esas experiencias de muerte, viaje por el túnel de la luz, apertura de consciencia y vuelta aquí de nuevo, iluminada, trascendida, envuelta en sabiduría. No ha sido esa la vía de descubrimiento, aunque sí que reconozco haber viajado en vida por ese túnel oscuro donde no se ve ni una pizca de esa resplandeciente luz. Y precisamente ha sido ese túnel o mejor dicho, haber conseguido salir de él, lo que me ha abierto y me ha mostrado que la confianza nunca sobra y que la luz siempre, siempre se encuentra al final del camino. No he muerto literalmente aunque sí que los numerosos túneles que voy transitando durante mi vida, a momentos, han sido muy oscuros y duros y lo que me he encontrado a la salida, me ha trascendido porque ha resarcido con creces todo ese tiempo de no saber a dónde me dirigía, como el bebe por el canal del parto justo antes de nacer, y lo mismo que él una vez nacido, he necesitado de luz tenue, silencio, calidez y amor para vivir después.

Ahora estoy muriendo a un pasado muy usado, y en gran parte malentendido aunque me siento muy agradecida por todo lo experimentado, por todo lo aprendido, por el bagage y la maduración que después,  supone vivir. Y muero como proceso de transformación profunda, ya sabéis, de capullo  a mariposa…gracias a la reciente muerte de mi amiga. Creo que aún no he empezado a procesar y sin embargo ya me ha ayudado tanto… De alguna manera, la experiencia de la muerte es algo lejano, casi parece que no tenga que ver con uno hasta que alguien a quien quieres se va. Y si se va con tan poco tiempo, casi sin avisar, la conmoción, el no haber tenido tiempo apenas de reaccionar, no te permite asimilar, hacerte consciente. Lo único de lo que eres capaz es de añorar, de echar de menos. Y ese es un sentimiento hermoso, dulce a pesar de la pérdida, pero un sentimiento grande y doloroso que puede requerir tiempo hasta llegar a la aceptación.

Y esto es real, la persona se ha ido y es como que cuesta creérselo. De alguna manera algo dentro de tu mente, no acaba de hacerse cargo, eso lleva unos cuantos momentos…¡Y lo cuento yo que puedo ver y sentir a la persona que se ha ido. Imaginaros quien no puede! Quizás también por eso se me hace extraño porque, aunque estoy habituada, que no acostumbrada, a percibir a los seres en tránsito, usualmente seres perdidos que buscan la luz, puedo tener sentimientos encontrados. Cómo puede ser que sienta tan profundamente la muerte dentro, la intensa transformación que supone tu muerte, al tiempo que te reconozco, escucho y siento…


No es fácil. Perderte y encontrarte al mismo tiempo. Añorarte y comprender que este es un momento de comienzo para las dos, para ir más allá de las apariencias de la vida en el cuerpo. Y esta es una de las cosas más importantes, creo. Durante la experiencia de la vida en el cuerpo, creemos lo que vemos, y no echamos en falta ninguna de las otras partes o aspectos de los demás. Con lo que veo y experimento me quedo y eso hace, que sea eso lo que echemos de menos cuando uno u otro se va, añoramos su presencia, su vida física. Si pudiéramos percibir, conocer a la persona en toda su plenitud, cuerpo, alma, espíritu, esa dolorosa pérdida sería menos, porque habríamos de echar en falta a una parte de ese ser, pero permaneceríamos en conexión con el resto, que es mucho.
Es maravillosa la experiencia de sentirte cuando no estás. Comprobar aún sin entender, que sigues viva, de alguna manera en que no lo hacías aquí. Y descubrir en ti posibilidades que no había tomado en cuenta. Percibirte tan sutil y tan presente. Te acercas y te diluyes dependiendo de con quién hablo, prácticamente solo cuando nuestra energía de círculo de mujeres se pone a funcionar, cuando se encienden las conexiones, cuando nos vibra el amor, ese mismo que a ti te llena ahora. Te percibo diferente, tan alegre y juguetona, como antes, pero sin la densidad de las cargas, ligera y sabia.
Y no es que fuera fácil el morirte. Y no es que haya sido sencillo para mí, aprender a través de tu experiencia, lo que puede significar para el que se va, irse en según qué condiciones y despertar después en un plano o lugar distinto, generándose tu confusión y tu enfrentamiento de pronto a las emociones más duras, más fuertes y querer controlar y no poder. Y yo que únicamente ayudo a pasar seres a la luz, hacer ese servicio, para colaborar con la vida en la Tierra, como una limpieza y nuevo orden y sí, también para poder ser persona y vivir dignamente en mi cuerpo, con mi mente, con mis emociones, sin tener que compartir mi espacio y toda yo con montones de palabrerías, mentes sin descanso, dolores físicos, temor a marchar, dolor por dejar, miedo a perder, atadura a lo denso, rabia por morir.
He descubierto a través de ti que es importante considerar la vida después de la muerte, la situación real del que se ha ido. La necesidad de iluminar su marcha para guiar su vuelta a la luz, a la consciencia. Sí que hay personas que al morir, rápidamente se elevan, pero no son todas, ni siquiera la mayoría. Suelen ser personas poco apegadas a la vida física quizás, personas que han trabajado su evolución consciente y conocen el camino, personas que están preparadas para marchar. Pero en general esto no es así, y mucho menos cuando estas personas han estado hospitalizadas, fuertemente medicadas, aturdidas, con procesos muy dolorosos e intensos. Cuando uno no se ha dado cuenta de que ha dejado de vivir su presencia física. En esos momentos una persona perceptiva, que está en conexión con otros planos, una médium o canalizadora con experiencia, puede colaborar muchísimo en que este ser encuentre su lugar, despierte, comprenda,  que pueda ser guiado y de alguna manera acompañado hasta que pueda encontrar la luz. Esto es algo natural, percibir y recibir a los muertos, a los que se han ido, no es nada oculto ni esotérico ni terrorífico, es una realidad más, como acompañar en el nacimiento, como guiar un proceso de vida personal, acompañar y estar presente en momentos difíciles llenos de desconocimiento, de esos que está la vida llena, y la muerte también.
La muerte es la gran transformadora, nos transforma cuando morimos y nos transforma cuando mueren los que amamos. Es una gran oportunidad de evolucionar y tomar consciencia de la realidad de la existencia. Morir ocurre, y no tiene edad.
Creo que he vivido una parte importante de mi vida, con el deseo desbordante en mi corazón, de que las personas que se aman expresen ese amor, lo comuniquen, no lo guarden, porque luego un buen día uno de ellos se va y te has quedado con todo eso dentro. Amor, rencor, conflictos sin resolver, temas importantes sin comentar…culpas y más culpas. Siempre he sentido que quería vivir la vida como si fuera a morir mañana, aunque ciertamente no lo he conseguido. Imagínate qué le dirías a tu hijo si supieras que en una semana no lo verás más en su presencia física. Este tipo de pensamientos, que por un lado han sido positivos y estaban llenos de amor, por otro lado me mantenían en un sentimiento de pérdida o soledad. Claro que sigo creyendo que es una buena manera de vivir, expresarlo todo, no guardar nada, hacer de la sinceridad tu estandarte. Ahora y en este momento especial de transformación, he sentido que no hay prisa, no ha de haber desespero, el desespero y la impaciencia de niña de no querer que los que amas se queden con culpas. No hay prisa, no hay pérdida, lo que no has hecho en vida física, lo puedes hacer después, cuando sientas que es el momento. Y reconozco que este sentimiento nuevo me ha dado una calma y paz internas grandes. Sigo agradeciendo lo que estoy viviendo.

Es curioso que  muchas  personas sintonicen de alguna manera con el muerto, que vivan experiencias en relación a ello, y que, sin embargo, nadie hable de ellas abiertamente, que permanezca siendo algo a ocultar, como si fueran a tacharnos de locos. Qué pasa con el tema de la mediumnidad, sensibilidad, percepción extrasensorial que los que la experimentamos parecemos personas raras o extrañas. Ser sensible y percibir otros planos de vibración, como si moviéramos el dial de la radio, es algo bastante normal, depende de la facilidad que tenga uno para relacionarse con otros planos.  Porque esto, no poder hablar abiertamente sobre estos temas, hace que permanezca siendo algo oculto que no nos hace ningún bien, porque morir morimos todos, y cuando más podamos compartir sobre ello, desde el equilibrio y la unión del discernimiento de mente y corazón, mucho mejor.
Percibo que esto ha hecho mucho daño antaño, ya cuando quemaban a las brujas en la hoguera, cuando mataban a las sacerdotisas, en todas las épocas de maltrato, desprecio y abuso sobre la mujer. Se ha tachado a la mujer de loca durante sus períodos menstruales, de más loca, como para ingresar en un psiquiátrico, a las que hablan con los muertos, las que los ven, etc. Y la mayoría de las personas de este planeta no conectan con ellos porque hay muchas historias fantasmagóricas, que generan miedo, pánico, y no pueden abrir sus centros perceptivos precisamente por eso, porque se cierran por el pánico. Y tampoco es que ahora todo el mundo tenga que estar hablando con muertos, no, no es eso, sino que cuando una persona tiene una experiencia extrasensorial, no se la condene, ni se la ingrese, sino que se la aprecie por su don.


Recibimos a veces almas perdidas que buscan la luz y en su confusión, encuentran la nuestra. Y nosotras les podemos indicar el camino real que les llevará a la toma de consciencia, al descubrimiento verdadero de sí mismos, al recorrido por ese túnel de verdad que es la vida, para que sea posible la linda mariposa…



La mediumnidad puede ser algo nuevo, diferente, rico…exento de miedos, donde lo único que realmente vibra es el Amor.

(Seguirá…)

Me gustaría recibir comentarios sobre el tema en el mismo blog. Y si alguien necesita aclarar alguna idea, podéis escribirme a mi correo:
ana.villanueva.quilez@hotmail.com


que con gusto os contestaré.

2 comentarios:

  1. Me han encantado tus palabras Ana, y más en estos momentos en los que también he pedido a un ser querido, la mente se me nubla y solo puedo sentir tristeza por la pérdida física, pero sé que me quedan sus recuerdos y eso es para siempre...
    Entiendo de lo que hablas y me gustaría poder percibir más allá, pero de momento me conformo con entender que no nos vamos del todo, que algo queda o se transforma.
    Besos y nos vemos muy pronto!

    Susanna

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  2. Susanna,

    aquí tienes mi apoyo de luz para lo que necesites, y mi correo. Cuídate mucho, déjate sentir, y enseguida nos vemos y nos damos un fuerte abrazo!

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