miércoles, 6 de julio de 2011

UNA EXPERIENCIA PERSONAL CON EL REIKI


Cuando mi hija Irina era pequeña, un día me llamaron desde casa al trabajo porque la niña se encontraba muy mal de la barriga. Ese ha sido siempre su punto débil. Vino el médico pero el medicamento que le dio en ese momento pues no pareció funcionar, así que, me fui para allá. En ese momento de mi vida yo ya estaba en el mundo del masaje, las esencias florales del Dr. Bach, cromoterapia, etc. Cuando llegué a casa la ví con tanto dolor que lo único que se me ocurrió fue estirarla en la camilla y poner un cassette de una música que aún guardo. Para los niños, y también para los adultos, la música es absolutamente curativa. Puse mis manos sobre su vientre. Hasta ese momento yo no había desarrollado todavía mi capacidad para la sanación, o así creía, pero  no la practicaba. Rápidamente sus ojos se volvieron hacia arriba, quedándose en blanco y se fue. Sentí como si se fuera, se desconectó de este plano y con ello de su dolor. Y estuve junto a ella con mis manos encima mucho rato, pidiendo, rezando, no en plan lastimero sino con la confianza plena en la luz y en el amor. Empecé a ver que a su alrededor se expandía una energía de color verde pastel, preciosa. Desde entonces, a ese color lo llamo el color de la sanación.

Cuando Irina despertó después de un buen rato, se encontraba bien. Ella disfrutó de lo que pasó a pesar de no estar conscientemente presente.





Ese fue el primer día en  que puse las manos con la intención de la curación, aliviar el dolor. A partir de ahí empecé a poner las manos a las personas que venían a hacerse un masaje o una sesión de cromoterapia. Hace ya muchos años de esto y sigo en ese camino de despertar a la luz y el amor de mi Ser, ese que lo contiene ya todo y me permite sentirlo tan pronto como me aparto y le dejo libre el camino para su expresión.

Con los años me instruí en el Método de Sanación Reiki. De hecho lo conocía ya hacía tiempo pero como ya practicaba la sanación, pues no me pareció necesario. Tampoco me han gustado nunca hacer las cosas como todo el mundo, he necesitado sentir mi individualidad, ser yo, y mi ego andaba también por ahí implicado. Hubo un momento en ese proceso de sanación, en que empecé a “cargarme” o a percibir con mucha intensidad los campos de energía de las personas. Entonces me comentaron que iniciarme al Reiki me protegería para no captar tanto esas frecuencias, los bloqueos, dolores, etc. y decidí que lo haría. Hice mi proceso  Reiki con mi Maestra e íntima amiga Isabel Ramos, un ser especial que transmite amor divino. 
Pero no, iniciarme no me sirvió para el propósito que yo llevaba, seguí percibiendo igual y llevándome todas esas energías conmigo, tanto al acabar las sesiones como si me sentaba en el autobús y notaba los riñones de la persona que estaba sentada a mi lado.

Iniciarme en Reiki lo que sí hizo fue ponerme en conexión con una frecuencia vibratoria llena de Amor y Paz, Calma, Armonía. Descubrí la verdad del Reiki y comprendí que tantas personas se sintieran atraídas por él y salieran de los cursos con esa expresión de belleza y luminosidad en sus rostros.
Desde entonces la energía Reiki es una herramienta fundamental en mi trabajo interior, en mi proceso de transformación y sanación.


Hice el segundo nivel, con el tiempo el tercero y la Maestría. Imparto cursos y sesiones de Reiki. Pero sobretodo, esta energía me permitió empezar a meditar muy fácilmente. Ya había probado otros métodos y me fueron bien, pero con el Reiki fue muy cómodo. Aprendí el método de autosanación por los chakras y a partir de ahí meditar fue algo que deseaba hacer cada día. Fui consciente de la necesidad de la disciplina amorosa, del contacto diario con esta energía para ir abriendo y dejando fluir la energía por mi canal de luz. Ha habido mucha sanación en conexión con mis guías y seres de luz en esas meditaciones y autosanaciones, muchos mensajes recibidos, claros. En muchos momentos me quedaba con las manos puestas en uno de los pasos de la sanación Reiki, sobretodo en los chakras, y cuando volvía en mí, sentía mis manos ahí. Había recibido mucha ayuda.
Estoy muy agradecida al Reiki. Y a mí misma por haberme permitido descubrirlo. Y redescubrirlo día a día. Es un método sencillo, los niños lo aprenden fácilmente y los adultos también. A la gente joven le encanta. Porque de pronto te encuentras con una herramienta que te ayuda a encontrarte mejor, sentirte mejor contigo misma, más calmada, más cerca de ti. Puedes ponerte las manos cuando tienes dolores de la menstruación, cuando tienes cualquier dolor físico o emocional, tristeza, ansiedad, confusión o tienes un momento difícil,  o perturbador. La frecuencia de la energía Reiki siempre sosiega, te lleva hacia adentro, te une contigo misma, te centra. Y todo el mundo puede aplicarla, a sí mismo y a otros.

El Reiki es una oportunidad. Lo fue antiguamente y lo es ahora que está disponible para todas las personas que quieran conocerlo y transformar sus vidas a través de esta frecuencia llena de Paz y Amor.

Hoy día en mis cursos de Reiki, uno a la experiencia Reiki toda mi experiencia profesional y de vida, como ser de luz aquí en la Tierra.  Me gusta, no solo dar a conocer el método, la autosanación, los símbolos y aprenderlos sino integrarlos directamente a través del arte, de la pintura y  de la frecuencia del color. Experimentar, crear y llamar a la energía. Y dar la oportunidad de empezar a ver al otro como parte de uno mismo, sin separaciones, sin distancias.

El Reiki es una hermosa fórmula para reencontrarte, para descubrir que la calma y la paz están en tu interior. Aporta la confianza porque te ofrece una posibilidad de cuidarte y cuidar a otros y comparte una forma nueva y sutil de contemplar las cosas.


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