Hoy he disfrutado creando bonitas hojas con papel de scrapbooking que dejan su huella en estas imágenes, que traen la naturaleza al interior de mi hogar. Echaba de menos esa visión, el olor, las sensaciones que producen a través de mis sentidos, viajando directamente al alma, esa bella alma mía que está recogiendo tanta fortaleza en esta etapa de mi vida. Cuanto poder y magnificencia vamos reuniendo, mujeres y hombres, mientras vivimos. Pocas veces somos conscientes de los potenciales que desarrollamos y que no son aquellos que nos venían dados y que habíamos imaginado, sino los que la propia vida despierta en cada uno de nosotros, momento a momento, día a día, etapa tras etapa, para traerlos a la conciencia, para que nos conozcamos a fondo, para sorprendernos y maravillarnos.
Siento que, todo aquello que no vivimos fluidamente, con alegría y amor a primera vista, también es luminoso. Que no es saludable esperar ser felices tan sólo cuando todo fluye fácilmente dentro y fuera de nosotros, porque hay muchos momentos que son diferentes, donde la alegría no es la protagonista, donde la tristeza se ha instalado cómodamente y se niega reiteradamente a marchar. O como cuando no consigues conseguir estar bien, y te sientes extraña dentro de ti misma, costándote mucho reconocerte en esa persona a través de la cual te estás experimentando. Se hace duro, pero la guía que me llega desde hace tiempo, es que no nos apeguemos a los papeles, a los roles, a las personalidades, que las vidas son muchas y desde el ser podemos apreciarnos como lo eterno, lo siempre permanente.
Que esa dificultad para reconocer a la que antes conocía como yo, me desidentifica, y me conduce a despertar la divinidad que yo soy, sin apegos y sin condiciones.
El amor que voy conociendo ahora es muy diferente al de otras épocas, más real, más presente, menos alegre pero de alguna manera pleno, y, aunque a veces me genera vértigo, cuando no está, lo echo muchísimo de menos.
Siento que, todo aquello que no vivimos fluidamente, con alegría y amor a primera vista, también es luminoso. Que no es saludable esperar ser felices tan sólo cuando todo fluye fácilmente dentro y fuera de nosotros, porque hay muchos momentos que son diferentes, donde la alegría no es la protagonista, donde la tristeza se ha instalado cómodamente y se niega reiteradamente a marchar. O como cuando no consigues conseguir estar bien, y te sientes extraña dentro de ti misma, costándote mucho reconocerte en esa persona a través de la cual te estás experimentando. Se hace duro, pero la guía que me llega desde hace tiempo, es que no nos apeguemos a los papeles, a los roles, a las personalidades, que las vidas son muchas y desde el ser podemos apreciarnos como lo eterno, lo siempre permanente.
Que esa dificultad para reconocer a la que antes conocía como yo, me desidentifica, y me conduce a despertar la divinidad que yo soy, sin apegos y sin condiciones.
El amor que voy conociendo ahora es muy diferente al de otras épocas, más real, más presente, menos alegre pero de alguna manera pleno, y, aunque a veces me genera vértigo, cuando no está, lo echo muchísimo de menos.
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