Nos os servirán las
palabras escritas cuando aún en vuestras almas haya tantas resistencias y
sensaciones de impedimento. Os hago esta reflexión limpia de intención para
haceros saber que el propósito de lo que vivís aquí y ahora, es un encuentro real,
una fusión de partes desmembradas de un mismo ser, que sois cada uno de
vosotros. En la esencia, hay un estado de cohesión distinto a lo que aquí
entendéis por unión. Es una fusión de encuentros de todas las partes que componen
la vida y existencia de un mismo Ser. Algunas de estas partes no las conocéis y
las que conocéis, las interpretáis de formas inadecuadas o incorrectas. Cuando
un alma se encarna en la Tierra ocurren tres pasos precisos que son la
incorporación de la frecuencia sutil del espíritu, cuya luz se va a guardar en
vuestro hígado, como órgano silencioso y mágico y discreto, donde nadie se
espera encontrar recogido su potencial de luz. Es como una cueva iluminada en
su interior, confortable y en espera atenta de que sea el momento de salir para
mostrarse en el exterior. Es una espera sin incertidumbre, sin nervios, sin
inquietudes, es una atención consciente, es la vivencia del momento presente,
la incorporación de la presencia, sólo hay presente, es un estado de
interiorización absoluto y atención total. Y este espíritu centrado en sí mismo
participa de un alma común a todas las almas, formando el tejido de un alma
cósmica de la que todos compartimos una pequeña parte. Esa alma engrandece el
plano de actuación del espíritu, lo amplía, de manera que podáis recibir su
frecuencia tamizada para incorporarla a vuestra materia, vuestro cuerpo físico.
Esa alma contiene los registros de eras, de lugares, momentos, estados, y os
ponéis a trabajar cada uno en lo vuestro, almacenando rápidamente las culturas,
estadios de formación, recuerdos, las improntas de lo que habéis ya
experimentado en otros espacios y tiempos, trayéndolo a vuestro inconsciente
individual para ser aprovechado en esta encarnación, una experiencia de vida
divina que trae al presente todo lo que necesitáis saber en cada momento para
que la evolución sea posible. Cada Ser, cada espíritu se plasma a través de ese
trozo de alma individual, unificando y dirigiendo, como cuando entramos en un
estrecho sendero por el que hay que pasar muy concentrados para evitar acechos,
despistes y peligros. Así el espíritu en diálogo con su alma superior, da paso
a todos los seres con los que nos encontraremos más tarde a través de los
cuales se configura nuestra realidad familiar, social y planetaria. (Todos lo
saben de antemano pero no saben cómo eso lo encontraran en la materia). Momento a momento desde
que se inicia ese viaje del espíritu puro las energías se complementan, se
buscan por resonancia y se da lugar el gran encuentro estelar, aquí en la
Tierra. Una vez aquí todos disponemos de las herramientas necesarias para
actuar con consciencia. Nadie está desprovisto de todo lo que va a necesitar
para hacer un buen viaje, el viaje del guerrero, al encuentro del samurái
interno, disciplinado, correcto, abierto y silencioso. La atención ha de ser
mantenida hacia el interior mientras se permanece en equilibrio y diálogo con
la sociedad y con el abanico de oportunidades sagradas en que se convierte cada
paso dado en la divina Tierra, cada momento, cada pequeño instante. Todo se convierte en sagrado aquí, lo sagrado no solo
está al otro lado, continua siéndolo aquí y ahora, en la materia, a través de
la presencia, sirviéndonos de la atención consciente. La búsqueda espiritual la
inician los sabios de otras vidas que recogieron y sumaron con devoción y honor esos
momentos de luz y armonía entre las capas de su cuerpo de vida, e hicieron
sagrado todo pensamiento, limpiaron sus conciencias, se vaciaron de pretensión,
de necesidad, de dependencia, de valores sin propósito, de inercias antiguas y
de patrones sociales que interrumpían su desarrollo interno y que acallaban su
conocimiento y su capacidad como guerreros.