ÚTERO DORMIDO
Esta experiencia que relato seguidamente, proviene de un Árbol de la
Vida Individual. Las sensaciones y percepciones durante su confección, fueron
muy intensas y me abrieron al reconocimiento de la profunda necesidad que
tenemos las mujeres de recuperar nuestra propia fuerza vital, de sanar nuestra
energía femenina, de salir del abandono y del drama, y recuperar nuestra divina
energía, sabia y poderosa. A partir de ahí y en ese reconocimiento, programo los talleres de sanación femenina "Útero de Luz", donde sanar memorias y recuperar el don de nuestras experiencias de vida en la materia.
“Por fin encuentro palabras a lo que llevo días percibiendo en mi
bajo vientre, me ha llegado así: “útero dormido”. Al recibir esta expresión he
notado un cambio de energía en mi útero o matriz, como si al fin pudiera
sentirla en su centro, conectarla, ejercer una presión y sostener mi energía en
vez de perderla por el coxis. Tengo la visión de un útero abierto, sin fuerza
como para recogerse dentro de sí mismo, un sacro sin fuerza y una matriz
dilatada. Por otro lado, percibirla así, me abre a mi energía femenina que me
dice algo como: a partir de aquí, busca tu nombre, encuéntrate contigo misma,
con tu energía de mujer. He sentido que
podía enfrentarme a un estado uterino que estaba tapado, oculto, resultado de experiencias antiguas de dolor,
aunque lo que experimento es falta de reacción y una rabia encerrada que al dejarla sentir,
recorre mis brazos y otras partes de mi cuerpo. Es una energía que no ha podido
siquiera manifestarse, es la energía de la feminidad dominada por el poder
masculino, posiblemente dejada y abandonada, abusada, pensamiento, palabra y
obra. Y cuando hablo de lo masculino no me refiero al hombre, sino a la propia
energía desequilibrada masculina que está despierta en las mujeres. Para
permitir la comunicación entre mi propia energía masculina y la femenina, debo dejar que se destapen
impedimentos, bloqueos y encierros guardados desde hace mucho tiempo.
No puedo recoger mi fuerza, sentirla y mi abdomen está suelto, como
dejado, sin límites, sin normas, debilitado, sin dominio de sí mismo, en estado
de abandono. Quizás sea esa falta de dominio de una misma, esa falta de dominio
sobre las propias emociones lo que atrae la dominación de un poder que se
supone mayor, una autoridad, dominante, externa a una misma, que se hace cargo
de todo a su manera prescindiendo de las necesidades básicas de ella, de ese
lado femenino, presto a ayudar y consolar, que ha sido olvidado por no saber
reconocerse como poder, como energía de fuerza y elevación sexual y mística. Nos
desconectamos de nuestras necesidades, poco a poco, sutilmente y con el tiempo
dejamos de plantearnos cuál es nuestra verdadera necesidad.