jueves, 4 de julio de 2013

SANACIÓN DEL ÚTERO DE LUZ


ÚTERO DORMIDO
Esta experiencia que relato seguidamente, proviene de un Árbol de la Vida Individual. Las sensaciones y percepciones durante su confección, fueron muy intensas y me abrieron al reconocimiento de la profunda necesidad que tenemos las mujeres de recuperar nuestra propia fuerza vital, de sanar nuestra energía femenina, de salir del abandono y del drama, y recuperar nuestra divina energía, sabia y poderosa. A partir de ahí y en ese reconocimiento, programo los talleres de sanación femenina "Útero de Luz", donde sanar memorias y recuperar el don de nuestras experiencias de vida en la materia.
“Por fin encuentro palabras a lo que llevo días percibiendo en mi bajo vientre, me ha llegado así: “útero dormido”. Al recibir esta expresión he notado un cambio de energía en mi útero o matriz, como si al fin pudiera sentirla en su centro, conectarla, ejercer una presión y sostener mi energía en vez de perderla por el coxis. Tengo la visión de un útero abierto, sin fuerza como para recogerse dentro de sí mismo, un sacro sin fuerza y una matriz dilatada. Por otro lado, percibirla así, me abre a mi energía femenina que me dice algo como: a partir de aquí, busca tu nombre, encuéntrate contigo misma, con tu energía de mujer. He sentido que  podía enfrentarme a un estado uterino que estaba tapado, oculto,  resultado de experiencias antiguas de dolor, aunque lo que experimento es falta de reacción y  una rabia encerrada que al dejarla sentir, recorre mis brazos y otras partes de mi cuerpo. Es una energía que no ha podido siquiera manifestarse, es la energía de la feminidad dominada por el poder masculino, posiblemente dejada y abandonada, abusada, pensamiento, palabra y obra. Y cuando hablo de lo masculino no me refiero al hombre, sino a la propia energía desequilibrada masculina que está despierta en las mujeres. Para permitir la comunicación entre mi propia energía masculina y la  femenina, debo dejar que se destapen impedimentos, bloqueos y encierros guardados desde hace mucho tiempo.

No puedo recoger mi fuerza, sentirla y mi abdomen está suelto, como dejado, sin límites, sin normas, debilitado, sin dominio de sí mismo, en estado de abandono. Quizás sea esa falta de dominio de una misma, esa falta de dominio sobre las propias emociones lo que atrae la dominación de un poder que se supone mayor, una autoridad, dominante, externa a una misma, que se hace cargo de todo a su manera prescindiendo de las necesidades básicas de ella, de ese lado femenino, presto a ayudar y consolar, que ha sido olvidado por no saber reconocerse como poder, como energía de fuerza y elevación sexual y mística. Nos desconectamos de nuestras necesidades, poco a poco, sutilmente y con el tiempo dejamos de plantearnos cuál es nuestra verdadera necesidad.





Siento la falta de fuerza en los brazos, como sintiendo que no se ha podido hacer nada, el poder fuera era tan enorme que ni las palabras y mucho menos los actos me han dado lugar a una acción de respeto hacia mi misma, hacia mi momento, mi necesidad interna, mi miedo de ser atacada, dejada, abandonada. Sumado el miedo a perder todo,el miedo a no poder soportar el dolor, que me ha llevado directamente a la inconsciencia y el abandono de mí misma. Y ese abandono me mantiene a expensas a la espera de encontrar la lucidez del espíritu que  me guíe y me recuerde que puedo reconectar con mi sabiduría eterna, mi sabiduría de mujer, de ser. Olvidada de quien soy, y sin verme ni escucharme, he aprendido a que me vieran otros desde fuera sin crecer, sin cuestionarme, sin permitirme madurar,  responsabilizarme, crecerme, tomar las riendas de mi experiencia de vida, nutrirme a la vez que nutrir, y no bajar la cabeza ante la insidia y la manipulación, la autoridad negativa y dar reconocimiento a mi miedo, mi miedo por ser mujer.

Útero “asesinado” en otros tiempos, herido y cautivado. Todo en mi es derrota y abandono. No me atrevo a cambiar nada, he cogido el hábito de no intentarlo, permanezco a su lado, callada y recogida, asustada, mermada, escondida, silenciosa. Sé que no me respeto, que me he perdido en una vida no creada sino seguida y humillada, de dar esperando recibir y creyendo que olvidándome de mí misma, los otros atenderián mis necesidades, las que yo no soy capaz de atender. Es la manipulación del ego, el cómo sufro, me encuentro mal,  no me valgo por mí misma, los demás han de estar atentos a mis necesidades. En flores de Bach es un patrón Chicory, de demanda afectiva, de necesidad.
Necesito que mi sacro, y su  luz sagrada, se abra y recoja mis caderas, y me lleve hacia dentro para reencontrarme con mi útero de madre, útero de luz, sensualidad y placer. No me atrevo ni a recordar cómo puedo ser, ni a mover tiernamente mis caderas y mi cuerpo, reencontrarme con la feminidad que soy, acallar al macho inmiscuido y plantarle cara, decirle lo que siento. Tomar mi poder de luz y enfrentarme a la laxitud, a la dejadez, a la dominación, a la manipulación, al abuso, al  menosprecio, la anulación. Sin vida, útero muerto, sin vida, inerte, dormido.

Despierto a la conciencia, hogar de mis hijos, tierra de don y estrella brillante en la noche, guía en el sueño, cáliz de energía sublime, amor, que despliega todo lo bueno. Despierto de mi sueño de abandono, y descubro que no hay nada que perder. Deseo la vida nueva, el dominio de mi misma, la presencia, la escucha, el consuelo. Todo el dolor ha sido aprendido. Acepto la vida como proceso y sano mi cielo, mi hombre, mi universo creador, olvidado y temido, convertido en materia e idealizado, grande, más grande que yo misma durante demasiado tiempo. Me recojo cual sacerdotisa y observo, contemplo el paso del tiempo, las imágenes vividas y las experiencias almacenadas, inconscientes, conectando con las manos de la tierra, abriendo mis entrañas al barro y al poder de una madre que aún me sustenta, me nutre y me alimenta. Bosques, ríos, montañas y cielos impregnados de células eternas, colores brillantes que me expanden, luz y vida,  verdad sin límites que me aclara y me potencia. Dueña de mi misma, segura y majestuosa, emperatriz de mis ideas y mis sueños. Creadora, vehículo de nuevas creaciones y retorno a la vida de un cuerpo yermo que despierta, como nunca a la verdad, limpiando su historia, conectando con su luz ancestral y dejando atrás todo lo que no me impulsa, estimula, conciencia. Amanece hoy un impulso nuevo que me acrecienta, me abre, me descubre, me habla de que la fuerza mermada se acrecienta para formar parte de un estado nuevo de presencia, de amor, de fertilidad, de nueva realidad. Algo en mí dice que eso cuesta mucho, pero yo sé que puedo, que ahora  todo es posible.
Y si mi útero está grabado de resistencias, de miedos, de luchas, de muerte, de esclavitud, de creencias y rituales desfasados y obedecidos sin claridad ni discernimiento, si es el resultado de tiempos pasados de reyerta, de dolor, heridas, sumisión de la mujer a la mentira, mermarse, descreerse, entregar el poder, someterse a la violencia,  permanecer callada sin poder expresar el abuso,   a la propia muerte, entregada al olvido y la desconsideración, descreída, abducida, impedida de pensar, obligada a no discernir, a no decidir, a no crear por sí misma, a no descubrir el abuso, a ocultar las verdades, a no llorar, a callar y callar y callar.

Si es así, me rebelo hoy,  como heredera de las mujeres diosas, recuperando mi instinto puro, mi fuerza, mi claridad, mi poder, y desgajo mis órganos atados a la fuerza, y rompo las cadenas que me subyugan, me desgastan,  me impiden, me entierran. Y me uno rápidamente al caudal de claridad, de inteligencia divina, de renovación, de serenidad, de lucidez, de expansión, de iluminación, de verdad, de libertad, de no-juicio y de Amor.
He estado muy olvidada de mí misma, lejos de mí, lejos de mi sabiduría, de la mujer de útero guerrero que soy, nacida de la tierra, y sagrada por las raíces de la madre naturaleza que me dice: Elévate y crece, madura y fructifica, date a luz como próspera,  es el momento de recoger la cosecha. Ahora recógete y abre tu vientre a la creación divina, sana tu vida, tus ancestras, recoge tu historia y la de ellas, y toda su luz. Explora tu psique, ama tu videncia, aclara tu mente, ábrete a la claridad de la conciencia, acógete a ti misma, disponte a avanzar, a apostar, a ser una contigo, a tenerte en cuenta, a amarte sin condiciones. Acepta,  asimila y  digiere lo que no te gusta, mírate  con amor y disponte a crecer, a cambiar, a sutilizar y transformar las creencias. No eres tu quien anida en tu mente, en una visión antigua de otras mentes y otras épocas. Vacía tu mente hoy para dar lugar al vacío dentro de ti y a la plenitud del discernimiento con conciencia. Conéctate a ti, a tu gran fuerza interior, a tu nuevo dominio de las emociones, de las circunstancias y de las personas, cultiva tus relaciones que se amplían por resonancia y déjate querer. Gobierna tus emociones con la presencia de una reina que desde lo alto observa y discrimina. Asume tu poder de elección y reconoce tu propia energía masculina. Avanza con calidez y con diligencia, con respeto, con cordura y con amor hacia todos los seres del planeta.”
 
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