Cultivar la rabia, guardarla, inhibirla, reprimirla durante tanto tiempo, califica nuestra sangre y nuestras entrañas de muerte y nos conduce directamente a la enfermedad. La sensación que me llega de esto, es como de algo que está pasado, caduco, “revenido”, recalcitrante, que se encuentra dentro, dentro de las venas, arterias, conductos, e impregna todos los órganos, vientre, estómago, pecho, alma, no dejándonos ser libres, inhibiendo nuestras reacciones y manteniéndonos en un estado de culpa externa que a su vez, nos aparta de la original idea de la propia vida que busca mantenernos despiertos y ofrecernos la posibilidad de nacer de nuevo cada día, aprender, descubrir, crecer y renacer.
Y unida a esta percepción de “cuánta rabia te tengo porque eres tu quien me está causando esto”, hay un corazón lleno de dolor que no aspira a sanarse sino a seguir buscando culpables.
Y se cierra la garganta y se bloquea la expresión. Tanta rabia y dolor tengo que mejor que no hable y que calle, porque lo que saldría de mí quiere hacer daño también. Es un ciclo que se perpetúa, que tiene su origen en una culpa antigua, en alguna experiencia de vida anterior, en alguna historia familiar, que posiblemente no se reconozca, pero que es tan grande e invade tanto la experiencia de vida, que no puedes levantar la cabeza y mirar a los ojos, de frente. La persona la llama timidez, pero si esa timidez la haces consciente, debajo de ella hay una culpabilidad enorme, por maltratos y por desfalco. Y cuando alguien hereda estas situaciones del pasado, recorre su camino con esa carga a cuestas, sin levantar la vista, y en este caso, la persona no se siente culpable, sino que encuentra culpables feroces fuera, día tras día, cada minuto de su vida. Expresiones como “es que me están amargando la vida”, “a los demás les reconocen y a mi no”, “con lo que yo me esfuerzo, me canso, trabajo en exceso y es a la que menos la tienen en cuenta”. Y cierto es que la persona intenta hacer las cosas lo mejor posible, buscar la perfección y así, lograr el éxito, o la consideración. Pero esa intención de comprender que todo tiene sentido, no nace en su corazón porque el amor no puede vibrar donde vibra el miedo y la rabia oculta. Es tan grande la creencia de “me estáis amargando la vida”, es desde fuera que se me obliga a sentir odio, son los otros los que hacen que…que no se puede llegar a la VOLUNTAD DE TRANSFORMACIÓN, al cambio interno.