Esta imagen reproduce fielmente cómo podría mostrarse un campo energético al haber sufrido desarraigo, en esta encarnación o en una anterior, haber sido exilado de la propia tierra, posiblemente sin elección y también en personas que han experimentado cambios y pérdidas extremas, cambios que no son por decisión propia sino por obligación, emergencia, etc.
Los centros energéticos se desalinean por completo, dejamos atrás partes de nosotros mismos, y la experiencia de vida se siente vacía, desalentada, sin motivación o con miedo.
Otras veces la percepción del campo energético des de que falta una mitad, literalmente. Es una sensación muy incómoda para los perceptivos, sientes que te falta un trozo del cuerpo. Usualmente es el lado izquierdo, que puede ocurrir cuando hay falta de presencia, cuando uno se ha evadido de la realidad o cuando no puede estar en contacto con sentimientos verdaderos y emociones profundas porque es insoportable el dolor.
Aparentemente estas personas pueden parecer felices, incluso más de lo habitual, y que realmente eso sea así, dada la desconexión con su lado emocional.
Por doloroso que sea, desde el punto de vista vibratorio y del alma, es aconsejable mirar, dejarse sentir, acompañados por un profesional o personas que nos puedan ayudar, sostener, y enfrentar ese dolor. ES difícil, ojalá nadie tuviera que pasar por situaciones de pérdida, separación, abandono, abuso... pero la belleza que se despierta cuando has elegido vivir la verdad que es, aceptar finalmente, y la fuerza que nace del ser lo que se es, llanto, sufrimiento, dolor, horror, para dejarlo ir, merece que nos acerquemos y descubramos el amor que, invisible, se halla sosteniendo todas y cada una de las experiencias en la vida del cuerpo.
Al otro lado de la evasión o evitación del dolor, están los campos vibratorios que se han anclado en el drama del sufrimiento. Estas personas se dejan sentir, perciben sus emociones, y en desequilibrio las mantienen, con dificultad para soltar y dejar ir. La fuerza del drama, o dramatización de la emoción, alarga y engrandece los estados, llegando entonces a la depresión, a no poder tomar la fuerza que nace de la aceptación al no conseguir dominar esas emociones.
Cuando hay pérdida del poder de la persona, como puede ocurrir en la depresión, podríamos experimentarlo a nivel perceptivo como si faltara el lado derecho del cuerpo. No se puede salir de la profundidad emocional, tan solo se vive desde ese lado de la vida. Es como bajar al fondo del mar y no conseguir salir y respirar.
Lo idóneo, por equilibrado, es aprender a acoger las propias emociones, sin resistencia. Y acoger es, abrirse a respirar y dejarlas sentir, o sea, no evitarlas. Cuando ocurre el acogimiento, hay digestión y asimilación de la emoción, aceptación, y la posibilidad después de soltar y dejar ir. Si hay resistencia se amplia o alarga el sufrimiento. Si hay evitación, hay falta de presencia y la mente necesita ejercer un control permanente para no permitir sentir.
Una vez sentida la emoción, con su proceso, a la escucha de su origen, de aquello que está mostrando sobre nosotros mismos, podemos conscientemente elegir asentir a lo que es, y eso llevará a la transformación de esa memoria, de esa huella. Y eso potencia a la persona, le permite mantenerse conectada a su poder personal.
La educación emocional influye mucho en cómo nos manejamos con las emociones. Las emociones en realidad son para sentirlas, respirarlas y dejarlas ir, no para sostenerlas en el tiempo. Esto es lo que nos lleva a la dramatización y a la perpetuación del rol de víctima.
A esto nos ayudan las técnicas de liberación emocional, métodos como el hoponopono y aprender a respirar para dejar ir las emociones que nos despiertan las diferentes situaciones de la vida. De esto hablaré en otro post.
A esto nos ayudan las técnicas de liberación emocional, métodos como el hoponopono y aprender a respirar para dejar ir las emociones que nos despiertan las diferentes situaciones de la vida. De esto hablaré en otro post.
Ana Villanueva
Facilitadora del estudio del Árbol de la Vida Individual.
Acompañamiento en procesos de transformación.