Después de 6 meses de año 2016, me pongo a escribir en relación a las energías del año. En parte, el hecho de haber tardado tanto esta vez, tiene precisamente que ver con los procesos internos que he estado vivenciando y discerniendo. Estamos en un año potente, en el que es preciso cerrar muchas cosas, mucha historia personal, procesos, experiencias internas. Un momento para cerrar ciclos, cerrar ya el pasado, dejar atrás lo que nos ha mantenido envueltos y creídos en la densidad, en lo duro, en lo difícil, en lo que cuesta. En el autoengaño, en el dolor, la angustia, la depresión, para ya por fin darnos el merecido reconocimiento de que somos pura luz, vestidos de un cuerpo físico, el más denso aunque igualmente sagrado. Pura vibración, color y sonido. Unidad y Amor.
Voy a ir poniendo un poco de comprensión a este proceso a través de las Numerología de este año:
Si sumamos los números del año: 2 + 0 + 1 + 6 nos da un 9. Eso quiere decir que estamos, numerológicamente hablando, en un Año 9.
Sumado al potencial del año 9, estamos experimentándonos este año en un año emocional intenso, a nivel kármico. Esto es así porque si sumamos al número resultante de la suma de los dígitos de la fecha de nuestro nacimiento, el número 9, volverá a darnos como resultado el mismo número, por eso se le llama al 9 el número transparente.
Por ejemplo, si la fecha de nacimiento es:
30.11.1980 = 3+0+1+1+1+9+8+0 = 23 y 2 + 3 = 5. Si a este 5 le sumamos el 9:
5 + 9 = 14 y 1+ 4 = 5.
Cuando sumamos los dígitos del año de nacimiento, llegamos al número kármico personal o a la lección de vida de la persona. Si le sumamos el valor numérico del año, en este caso, 2016 = 9, obtenemos el Año Emocional personal 2016, obteniendo así el mismo número, el número kármico. ¡Esto sólo ocurre en los años 9!!!
Experimentar durante un año, en el plano emocional, tu número kármico, es una labor añadida, ya que este número kármico representa aquello que más dificultades tienes para conseguir conocer, dominar y expresar. En este caso además a nivel de las emociones, tarea harto difícil.
Esto se puede traducir a nivel vivencial práctico, en que te sea más difícil dominar las emociones o incluso comprender las circunstancias que estás viviendo o cómo te estás sintiendo. Puedes sentir que no sabes cómo hacer para manejarlas, encontrar la tranquilidad, o también puede ser que la experiencia emocional esté predominando sobre el resto de tu vida. Que los estados emocionales estén envolviendo el resto de tus asuntos.
Junto con esto, estamos disfrutando y conociendo de la vibración de un año 9. El 9 es un momento lento, un momento para volverse hacia uno mismo y dar reconocimiento a la brillantez que uno es. Es una vibración que te hace mirar dentro, para que, a pesar de la oscuridad que puedas encontrar en el mundo, te descubras como guía luminoso aquí en la tierra. Descubrirás este año que tus pasos son seguidos, que dejas huella, que eres único, que la luz sigue encendida aunque a veces cueste mucho verla.
Para colaborar más en este aprendizaje, el universo nos muestra un número oculto extraído del año, 2016: 2 + 0 + 16 = 18/9.
Pues bien, el número 18 nos habla de las emociones fuertes, aquellas que son difíciles de controlar, la densidad emergiendo para ser vista, transformada y dejada atrás. El 18 nos muestra dónde está el drama en nuestra vida, para que podamos ser conscientes de ello y alzar el vuelo, dejando de creer que solo somos eso, dándonos un impulso para salir del hábito al sufrimiento. Reconectar con nuestras frecuencias más bajas, rabia, venganza, envidia, lujuria, así como la desvalidez, el olvido de uno mismo, nos permite hacernos conscientes de esa parte de nosotros mismos, de nuestras grabaciones y huellas, aceptando que todo eso forma parte de nuestro plan de vida.
Estamos en una cultura donde hasta hace poco no se nos ha educado en una visión luminosa y verdadera de nosotros mismos. En la que el hacer es prioritario al no hacer. En la que el reconocimiento, cuando no llega del exterior, no existe. En el que vales en función de lo que se ve a través de tu exterior y no de quien hay ahí dentro. En el que se valora el esfuerzo hasta la enfermedad y se desprecia la quietud, la receptividad y la espera.
Por eso este es un gran año, lleno de oportunidades para abrir bien los ojos en la oscuridad y darte cuenta de que brillas, que has estado ahí resplandeciendo todo el tiempo. Un año para echar una mirada a tu historia de vida y apreciar todo, lo mucho que has conseguido, los pasos que has dado, el amor que has puesto, no importa el resultado, sino ese camino recorrido día a día en el que has hecho pequeñas grandes cosas, aunque otros no las hayan visto.
¿Sabes una cosa? Cuando morimos, cuando la persona muere y hace su transición, después de un tiempo hasta que despierta en ese traspaso, lo primero que hace es sorprenderse de la luz que ha sido siempre, y se reconoce como tal. Y ese es el gran momento, el instante en que ese ser deja atrás la experiencia física para continuar la vida en otra forma. La vida es ese túnel que visualizamos oscuro, no porque no sea luminosa, sino por la falta de consciencia de esa elevada vibración que somos una vez que aterrizamos en el cuerpo físico y conectamos con la densidad de lo ocurrido en el planeta.
Así, estamos en un año 9 con una vibración oculta 18. Si el 9 corresponde al noveno arcano mayor del tarot, el Ermitaño, el 18 corresponde al arcano de la Luna. Es importante meditar la carta de la luna siempre junto con la del Sol. Experimentar la luna sin el sol es entrar en unas profundidades del inconsciente que nos pueden dejar atrapadas en lo denso, en los miedos, en las inseguridades, desvelando frecuencias de verdadera locura, dolor, angustia, todo eso que vibra aquí en el planeta, resultado de tanto tiempo de experimentarnos en una baja dimensión, en el sufrimiento.
Es importante entonces cuando sientas que estás en contacto con emociones intensas, tristeza, rabia, nostalgia, miedo, impotencia, ira, ser consciente de que quizás estés experimentandote como reflejo de las emociones del entorno, que al mismo tiempo te permiten descubrir tus propias huellas emocionales, heredadas, traídas del pasado. Es el momento de darles reconocimiento y de plantearte qué quieres crear en tu vida y desde donde quieres crearla.
Para las mujeres es un año para descubrir todo lo que llevan guardado en su útero, su dolor, su exigencia, el abuso, individual y colectivo y aprender a amarse a ella misma plenamente. Por eso es también posible que se sienta más irascible o temerosa o que se despierten miedos desconocidos, sintiendo que necesita estar a la escucha de sí misma, para poner luz sobre cómo ha estado viviendo hasta el momento presente.
Es un año para conocerse en profundidad y llegar a dar comprensión a todo aquello que no acabas de entender, de ver, de sanar. Es un momento lento y de profundidades inexploradas, lo más denso mostrándose, para que le demos reconocimiento, lo aceptemos, lo toleremos y soltemos, sin quedarnos atrapados en la densidad, elevándonos hacia la expresión más elevada y luminosa de nosotros mismos.
Obsérvate, sin juicios, permitiendo, tomando distancia de las vivencias, confiando y dando tiempo. El puzzle se completará, aunque ahora incluso creas que has perdido algunas piezas...
Exprésate, deja salir. Baila, canta, mueve, teatraliza lo que te pasa, diviértete. Comunícate con el cuerpo, siente y disfruta de la sexualidad, y sutilízala hasta descubrirte una con el universo.
Este es un tiempo para el CORAJE, necesitarás confianza y paciencia. Experimentar la densidad de la materia no es fácil. Recuerda que lo único que está pasando es que se nos está mostrando todo aquello que durante siglos hemos creído que somos, aquello con lo que nos hemos identificado, olvidándonos de nuestra brillantez, del ser luminoso y esencial que en realidad somos y que precisamente el propósito que traemos a la materia es salir de la trampa de creernos solo materia y alzarnos a la vivencia de ese ser alado que se desprende de todas esas frecuencias y aprende a amarse tal y como es, perfecto sin condiciones. Algo que requiere especialmente coraje.
Cuando vaya terminando este año, para unos antes y para otros después en función de su fecha de nacimiento, vamos a descubrir que todo es un JUEGO, un juego al que hemos jugado sin saberlo, porque ese era el requisito previo, poder despertar todo el potencial de cara a salir de la trampa de lo denso, de las ataduras, de la falta de libertad. Cuando acabe el año habremos aprendido las reglas de ese juego, e incluso podremos reírnos con facilidad y comprender la vida sin drama, sin urgencia, sin la presión del tiempo. Habremos aprendido a apreciar toda nuestra belleza, todo lo bueno, y la de los otros, y, una vez hayamos reconocido lo valiosos que somos y la importancia de estar vivos, podremos dar reconocimiento a la vida y también a los otros, sutiles o no, espejos de nuestra realidad.
26/6/2016
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