El Árbol de la Vida es un estudio singular que permite la apreciación de toda nuestra luminosidad. A menudo, la confusión que produce la entrada del espíritu en la materia, nos desprovee de la conciencia de lo que necesitamos saber de nosotros mismos para acentuar la expresión de esa luz de la divinidad en nuestras vidas terrenas. Es conveniente tener en cuenta que, en muchas ocasiones, nos sentimos desprovistos de esa luz al no poder integrar plenamente todas las partes que somos, luz, plena conciencia, mente, emocionalidad y materialidad. Esto causa una rotura momentánea y genera caos y confusión y es a partir de ahí que construimos nuestras vidas, que pretenden pero no consiguen, ser iluminadas por la luz de la conciencia. Ahí comienza el aprendizaje, recorremos la vida a partir de una confusión, un malentendido sobre la existencia, y acumulamos experiencias, cada una de ellas en su deseo de expresar esa verdad que uno es, a través de la experiencia de la vida en la materia. Al no reconocerse esa grabación, seguimos manifestando, creando y acumulando más de lo mismo hasta que podamos despertar a una visión nueva del funcionamiento de nuestra vida. Sería sencillo empezar a reconocer cómo está funcionando el campo vibratorio de nuestros hijos, y su propio universo personal. Si observáramos las situaciones que ese sistema está ofreciendo, comprenderíamos fácil y en toda su dimensionalidad ese sistema y ese ser creador dando lugar a las situaciones de la cotidianidad que aportan esa posibilidad de re-conocimiento, de recordar quien uno es a nivel esencial, haciendo uso de ese poder creador que cada uno de nosotros tenemos, una herramienta fundamental en este recorrido, en el camino de vida personal.
Todos tenemos un propósito y es experimentarnos desde el lugar más elevado de nosotros mismos. La observación es un don precioso del que hemos de hacer uso continuo. La comprensión no lineal del funcionamiento de nuestro universo, creado a partir de todo aquello que no recordamos de nosotros mismos. Desvelamos lo que necesitamos para nuestra andadura terrena. Poseemos las herramientas y la luz suficiente para verlas, y la creatividad necesaria para aprender a hacer atraer aquello que nos proporciona una visión de la luz que brillamos a pesar de nuestra creencia en la dificultad para salir de la oscuridad. Somos responsables de la oscuridad, tanto como de la luz, somos seres completos y podemos tomar la espada del discernimiento y abrir los caminos que nos llevan a lo mejor de nosotros mismos.