En el sorprendente proceso de conocerme, me descubro como una aventurera intrépida... en lo que se refiere a mirar adentro, mientras amanecen miedos extraños al mirar y moverme en el exterior. Y se hacen tan reales, que traspasarlos me cuesta un acto de consciencia y amor muy nuevos, sobretodo porque siempre me ha sido más fácil poner el amor fuera de mi.
La hora de bendecirse a uno mismo y darse amor verdadero, es un momento de despertar que no permite que aflojes, que disimules,que huyas de tu verdad, lo tienes que enfrentar. Y es acogiendo minuto a minuto lo que se va despertando, sea a través del cuerpo, en forma de sensaciones, de síntomas, de dolor, a través la mente, habituada a ocultar y autoengañarnos, a través de las emociones que no permitimos, para ir a negar, justificar, culpar fuera, sin darles paso, aceptación y reconocimiento.
Hoy me desperté sintiendo con fuerza que todo nace en mi, a pesar de las evidentes apariencias del mundo físico. Esa nueva responsabilidad me completa, me hace sentir entera y no a trozos, como me ocurre otras veces en mi viaje. Me hace mucho bien en este tiempo, darme cuenta de que yo puedo hacer algo, que está en mis manos la transformación que está ya ocurriendo. Que es mi propia vida la que permite para mi este viaje hacia la consciencia, un viaje infinito lleno de recuerdos que me llevan a asumir lo vivido y a recordar aquellos dones que se quedaron encerrados y que ahora es momento de abrazar otra vez.
Parece mentira, pero es más fácil ir haciendo que abrir los ojos del corazón al ser divino y completo que somos. A veces la mente nos la juega haciéndonos creer en talentos que no vibran a través de la consciencia del corazón, y que, aunque válidos, precisan de un enrraizamiento profundo a la vida y al sentir para desplegarnos las alas y alzar el vuelo mientras nos vivimos aquí, en carne y hueso. Todo aquello que descubres a partir del sentir, abriéndote a la vida sin huidas, dando la bienvenida a todo lo que ocurre en ella, es un hermoso acto de amor único, que tanto necesitamos cada uno de nosotros y como colectivo, porque es la fórmula para ser la paz que buscamos y experimentarnos como Amor.
Hoy me desperté sintiendo con fuerza que todo nace en mi, a pesar de las evidentes apariencias del mundo físico. Esa nueva responsabilidad me completa, me hace sentir entera y no a trozos, como me ocurre otras veces en mi viaje. Me hace mucho bien en este tiempo, darme cuenta de que yo puedo hacer algo, que está en mis manos la transformación que está ya ocurriendo. Que es mi propia vida la que permite para mi este viaje hacia la consciencia, un viaje infinito lleno de recuerdos que me llevan a asumir lo vivido y a recordar aquellos dones que se quedaron encerrados y que ahora es momento de abrazar otra vez.
Parece mentira, pero es más fácil ir haciendo que abrir los ojos del corazón al ser divino y completo que somos. A veces la mente nos la juega haciéndonos creer en talentos que no vibran a través de la consciencia del corazón, y que, aunque válidos, precisan de un enrraizamiento profundo a la vida y al sentir para desplegarnos las alas y alzar el vuelo mientras nos vivimos aquí, en carne y hueso. Todo aquello que descubres a partir del sentir, abriéndote a la vida sin huidas, dando la bienvenida a todo lo que ocurre en ella, es un hermoso acto de amor único, que tanto necesitamos cada uno de nosotros y como colectivo, porque es la fórmula para ser la paz que buscamos y experimentarnos como Amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario