Desde luego es un acierto que después de la muerte no
haya final sino comienzo. Por difícil
que sea de comprender, por extraño que parezca, la vida se prolonga mucho más
allá de lo que imaginamos, sabemos o entendemos. No lo sé de buena tinta, en el
sentido de que no he tenido ninguna de esas experiencias de muerte, viaje por
el túnel de la luz, apertura de consciencia y vuelta aquí de nuevo, iluminada,
trascendida, envuelta en sabiduría. No ha sido esa la vía de descubrimiento,
aunque sí que reconozco haber viajado en vida por ese túnel oscuro donde no se
ve ni una pizca de esa resplandeciente luz. Y precisamente ha sido ese túnel o
mejor dicho, haber conseguido salir de él, lo que me ha abierto y me ha
mostrado que la confianza nunca sobra y que la luz siempre, siempre se
encuentra al final del camino. No he muerto literalmente aunque sí que los
numerosos túneles que voy transitando durante mi vida, a momentos, han sido muy
oscuros y duros y lo que me he encontrado a la salida, me ha trascendido porque
ha resarcido con creces todo ese tiempo de no saber a dónde me dirigía, como el
bebe por el canal del parto justo antes de nacer, y lo mismo que él una vez
nacido, he necesitado de luz tenue, silencio, calidez y amor para vivir
después.
Ahora estoy muriendo
a un pasado muy usado, y en gran parte malentendido aunque me siento muy
agradecida por todo lo experimentado, por todo lo aprendido, por el bagage y la
maduración que después, supone vivir. Y
muero como proceso de transformación profunda, ya sabéis, de capullo a mariposa…gracias a la reciente muerte de mi
amiga. Creo que aún no he empezado a procesar y sin embargo ya me ha ayudado
tanto… De alguna manera, la experiencia de la muerte es algo lejano, casi parece
que no tenga que ver con uno hasta que alguien a quien quieres se va. Y si se
va con tan poco tiempo, casi sin avisar, la conmoción, el no haber tenido
tiempo apenas de reaccionar, no te permite asimilar, hacerte consciente. Lo
único de lo que eres capaz es de añorar, de echar de menos. Y ese es un
sentimiento hermoso, dulce a pesar de la pérdida, pero un sentimiento grande y
doloroso que puede requerir tiempo hasta llegar a la aceptación.
Y esto es real, la
persona se ha ido y es como que cuesta creérselo. De alguna manera algo dentro
de tu mente, no acaba de hacerse cargo, eso lleva unos cuantos momentos…¡Y lo
cuento yo que puedo ver y sentir a la persona que se ha ido. Imaginaros quien
no puede! Quizás también por eso se me hace extraño porque, aunque estoy
habituada, que no acostumbrada, a percibir a los seres en tránsito, usualmente
seres perdidos que buscan la luz, puedo tener sentimientos encontrados. Cómo
puede ser que sienta tan profundamente la muerte dentro, la intensa
transformación que supone tu muerte, al tiempo que te reconozco, escucho y
siento…
No es fácil.
Perderte y encontrarte al mismo tiempo. Añorarte y comprender que este es un
momento de comienzo para las dos, para ir más allá de las apariencias de la
vida en el cuerpo. Y esta es una de las cosas más importantes, creo. Durante la
experiencia de la vida en el cuerpo, creemos lo que vemos, y no echamos en
falta ninguna de las otras partes o aspectos de los demás. Con lo que veo y experimento
me quedo y eso hace, que sea eso lo que echemos de menos cuando uno u otro se
va, añoramos su presencia, su vida física. Si pudiéramos percibir, conocer a la
persona en toda su plenitud, cuerpo, alma, espíritu, esa dolorosa pérdida sería
menos, porque habríamos de echar en falta a una parte de ese ser, pero
permaneceríamos en conexión con el resto, que es mucho.
Es maravillosa la
experiencia de sentirte cuando no estás. Comprobar aún sin entender, que sigues
viva, de alguna manera en que no lo hacías aquí. Y descubrir en ti posibilidades
que no había tomado en cuenta. Percibirte tan sutil y tan presente. Te acercas
y te diluyes dependiendo de con quién hablo, prácticamente solo cuando nuestra
energía de círculo de mujeres se pone a funcionar, cuando se encienden las
conexiones, cuando nos vibra el amor, ese mismo que a ti te llena ahora. Te
percibo diferente, tan alegre y juguetona, como antes, pero sin la densidad de
las cargas, ligera y sabia.
Y no es que fuera
fácil el morirte. Y no es que haya sido sencillo para mí, aprender a través de
tu experiencia, lo que puede significar para el que se va, irse en según qué
condiciones y despertar después en un plano o lugar distinto, generándose tu
confusión y tu enfrentamiento de pronto a las emociones más duras, más fuertes
y querer controlar y no poder. Y yo que únicamente ayudo a pasar seres a la
luz, hacer ese servicio, para colaborar con la vida en la Tierra, como una
limpieza y nuevo orden y sí, también para poder ser persona y vivir dignamente
en mi cuerpo, con mi mente, con mis emociones, sin tener que compartir mi
espacio y toda yo con montones de palabrerías, mentes sin descanso, dolores
físicos, temor a marchar, dolor por dejar, miedo a perder, atadura a lo denso,
rabia por morir.
He descubierto a
través de ti que es importante considerar la vida después de la muerte, la
situación real del que se ha ido. La necesidad de iluminar su marcha para guiar
su vuelta a la luz, a la consciencia. Sí que hay personas que al morir,
rápidamente se elevan, pero no son todas, ni siquiera la mayoría. Suelen ser
personas poco apegadas a la vida física quizás, personas que han trabajado su
evolución consciente y conocen el camino, personas que están preparadas para
marchar. Pero en general esto no es así, y mucho menos cuando estas personas
han estado hospitalizadas, fuertemente medicadas, aturdidas, con procesos muy
dolorosos e intensos. Cuando uno no se ha dado cuenta de que ha dejado de vivir
su presencia física. En esos momentos una persona perceptiva, que está en
conexión con otros planos, una médium o canalizadora con experiencia, puede
colaborar muchísimo en que este ser encuentre su lugar, despierte,
comprenda, que pueda ser guiado y de
alguna manera acompañado hasta que pueda encontrar la luz. Esto es algo
natural, percibir y recibir a los muertos, a los que se han ido, no es nada
oculto ni esotérico ni terrorífico, es una realidad más, como acompañar en el
nacimiento, como guiar un proceso de vida personal, acompañar y estar presente
en momentos difíciles llenos de desconocimiento, de esos que está la vida
llena, y la muerte también.
La muerte es la
gran transformadora, nos transforma cuando morimos y nos transforma cuando
mueren los que amamos. Es una gran oportunidad de evolucionar y tomar consciencia
de la realidad de la existencia. Morir ocurre, y no tiene edad.
Creo que he vivido
una parte importante de mi vida, con el deseo desbordante en mi corazón, de que
las personas que se aman expresen ese amor, lo comuniquen, no lo guarden,
porque luego un buen día uno de ellos se va y te has quedado con todo eso
dentro. Amor, rencor, conflictos sin resolver, temas importantes sin
comentar…culpas y más culpas. Siempre he sentido que quería vivir la vida como
si fuera a morir mañana, aunque ciertamente no lo he conseguido. Imagínate qué
le dirías a tu hijo si supieras que en una semana no lo verás más en su
presencia física. Este tipo de pensamientos, que por un lado han sido positivos
y estaban llenos de amor, por otro lado me mantenían en un sentimiento de
pérdida o soledad. Claro que sigo creyendo que es una buena manera de vivir,
expresarlo todo, no guardar nada, hacer de la sinceridad tu estandarte. Ahora y
en este momento especial de transformación, he sentido que no hay prisa, no ha
de haber desespero, el desespero y la impaciencia de niña de no querer que los
que amas se queden con culpas. No hay prisa, no hay pérdida, lo que no has
hecho en vida física, lo puedes hacer después, cuando sientas que es el
momento. Y reconozco que este sentimiento nuevo me ha dado una calma y paz
internas grandes. Sigo agradeciendo lo que estoy viviendo.
Es curioso
que muchas personas sintonicen de alguna manera con el
muerto, que vivan experiencias en relación a ello, y que, sin embargo, nadie
hable de ellas abiertamente, que permanezca siendo algo a ocultar, como si
fueran a tacharnos de locos. Qué pasa con el tema de la mediumnidad,
sensibilidad, percepción extrasensorial que los que la experimentamos parecemos
personas raras o extrañas. Ser sensible y percibir otros planos de vibración,
como si moviéramos el dial de la radio, es algo bastante normal, depende de la
facilidad que tenga uno para relacionarse con otros planos. Porque esto, no poder hablar abiertamente
sobre estos temas, hace que permanezca siendo algo oculto que no nos hace
ningún bien, porque morir morimos todos, y cuando más podamos compartir sobre
ello, desde el equilibrio y la unión del discernimiento de mente y corazón,
mucho mejor.
Percibo que esto
ha hecho mucho daño antaño, ya cuando quemaban a las brujas en la hoguera,
cuando mataban a las sacerdotisas, en todas las épocas de maltrato, desprecio y
abuso sobre la mujer. Se ha tachado a la mujer de loca durante sus períodos
menstruales, de más loca, como para ingresar en un psiquiátrico, a las que
hablan con los muertos, las que los ven, etc. Y la mayoría de las personas de
este planeta no conectan con ellos porque hay muchas historias fantasmagóricas,
que generan miedo, pánico, y no pueden abrir sus centros perceptivos
precisamente por eso, porque se cierran por el pánico. Y tampoco es que ahora
todo el mundo tenga que estar hablando con muertos, no, no es eso, sino que
cuando una persona tiene una experiencia extrasensorial, no se la condene, ni
se la ingrese, sino que se la aprecie por su don.
Recibimos a veces almas perdidas que buscan la luz y en su confusión, encuentran la nuestra. Y nosotras les podemos indicar el camino real que les llevará a la toma de consciencia, al descubrimiento verdadero de sí mismos, al recorrido por ese túnel de verdad que es la vida, para que sea posible la linda mariposa…
La mediumnidad
puede ser algo nuevo, diferente, rico…exento de miedos, donde lo único que realmente vibra es el Amor.
(Seguirá…)
Me gustaría recibir comentarios sobre el tema en el mismo blog. Y si alguien necesita aclarar alguna idea, podéis escribirme a mi correo:
ana.villanueva.quilez@hotmail.com
que con gusto os contestaré.
Me han encantado tus palabras Ana, y más en estos momentos en los que también he pedido a un ser querido, la mente se me nubla y solo puedo sentir tristeza por la pérdida física, pero sé que me quedan sus recuerdos y eso es para siempre...
ResponderEliminarEntiendo de lo que hablas y me gustaría poder percibir más allá, pero de momento me conformo con entender que no nos vamos del todo, que algo queda o se transforma.
Besos y nos vemos muy pronto!
Susanna
Susanna,
ResponderEliminaraquí tienes mi apoyo de luz para lo que necesites, y mi correo. Cuídate mucho, déjate sentir, y enseguida nos vemos y nos damos un fuerte abrazo!