miércoles, 9 de noviembre de 2016

Respiro el miedo

Recojo la noche que remueve mis miedos. La observo. Dejo que lo que se mueve desde dentro se asome, sin huirlo.
Respiro el miedo, me abro y sobreviene el llanto. Me abrazo, deseando ser para mi niña, la mejor madre del mundo, sosteniéndola con mis manos. Envolviendo sus miedos del pasado, sus percepciones desubicadas, su tristeza, su sentirse pequeña en un lugar enorme, espacios de emociones excesivas, de autoridades gigantes para ella.


Aquí estoy, mi niña, estoy contigo, nunca voy a abandonarte. 

Pide, te escucho.
Llora, te acojo, te beso.

Y si te asustan los ruidos, el sonido del atardecer, los colores oscuros a través de la ventana, mira, observa, sin esconderte. Deja caer la noche con su fuerza en tu templo, en tu cuerpo. 

Respira, acúnate en mí, te abrazo, te sostengo.
Hoy despierto para ti el amor adulto que mereces. Respira, déjate amar fuerte.

Y en la oscuridad nocturna se encenderán las estrellas y brillará la luna. Y en tu hogar se iluminará una vela que representará tu esencia, ese brillo tuyo que olvidaste.

Y la noche devendrá silencio deseado, sueño, calma, y a lo lejos se verá, eterna, esa luminosidad nueva que muestra que ahora, te sientes profundamente amada.

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