Hoy, al cortar por la mitad una granada, he vuelto a conectar de nuevo con mi feminidad, y con las tantas y tantas semillas que aguardan, dentro de mi, para despertar.
Me gusta observar dentro de la fruta viendo tanta geometría, tanta transparencia. Cada granito me recuerda la sangre de nuestro vientre, roja y transparente a la vez, limpia de residuos, pura, sagrada. Y siento la necesidad de devolverme esa imagen de mi útero, listo ya de exigencias, negatividades, miedos, dolor, represión y abuso.
Observo con estas imágenes la vulnerabilidad, la frescura, la simplicidad ordenada del universo tomando forma en el recipiente de la vida, que lo contiene todo.
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