martes, 4 de octubre de 2011

EL TERCER OJO

                         UNA EXPERIENCIA TERAPÉUTICA


Tengo un persistente dolor-presión en mi tercer ojo, lo noto por dentro, como si la energía pretendiera fluir a través de él pero no encontrara espacio, encontrara bloqueos u obstáculos que no le permiten pasar y reconectarse con el resto de chakras. Si es la pituitaria la que noto, entonces no consigue encontrar su espacio libre para distribuir su energía entre todas las glándulas. Sé que hay algo en la boca, como en el velo palatino, que es demasiado abovedado, y eso hace que no pueda pasar la información por ahí, como si no llegara a la garganta y se quedara bloqueada entre la mandíbula superior y el paladar. He tenido dolores en las muelas de arriba, como rampas, irradiando desde la cabeza. Toda esa información negativa que llevaba en mi sexto chakra, mente, pensamientos distorsionados, llena de oscuridad, ha ido aflojando y liberándose, y siento que necesito un nuevo control o director de mis centros, un nuevo gobierno de mi nave mental. Quiero ser la dueña de mis pensamientos y que estos sean armónicos, equilibrados, sanos. Tengo el tercer ojo descontrolado, a momentos muy disperso y me ha costado mucho centrarme y ponerme en marcha a hacer lo que quería hacer. También han formado parte de esta presión en el tercer ojo las molestias en los oídos, sobretodo el derecho. He notado dolores, frecuencias bajas, tristezas, llantos, falta de escucha, cerrarse al mundo y aislarse. Era mucha carga en los oídos y esa misma información cuando intentaba descender pasaba por mis amígdalas permitiendo reconocer esa información como dolor sin expresar, muchas lágrimas sin aflorar. Todo en el tercer ojo está como reprimido. Todo aquello que se ha guardado de la historia personal, que no se ha dicho, que no se ha comprendido, que no se ha elaborado, aceptado, asimilado, digerido y transformado permanece ahí, oculto, fuera de la visión de otros y fuera de la propia consciencia.



Y para poder mantener esos registros tan guardados, se ha necesitado no dejar la mente tranquila, en calma, para que no hubiera la posibilidad de darse cuenta de lo que había ahí. Hay también un “diente-por-diente”, enfermedad, venganza aguardando su momento, tener a alguien crucificado y sentenciado. 
Toda esa oscuridad confunde la energía de mi tercer ojo, sin fundirse, sin abrirse a la luz y a la consciencia, que es de lo que se trataría. Pasar todos esos recuerdos a la mente consciente, al corazón, soltar el llanto, permitirse caer, descubrir las oscuras intenciones hacia las personas, dejar ver la raíz del bloqueo, el dolor. De esta manera, cuando almacenamos todas las vivencias sin procesar y solucionar, creemos que hemos dejado atrás el pasado y sin embargo lo llevamos cerrado con candado en los archivos de nuestra mente. Y así puede pasar un tiempo infinito, hasta morir y nacer de nuevo, manteniendo guardadas todas esas experiencias, reprimidas en el subconsciente para no tener que atravesar ese velo de consciencia que abriría mi mente a la luz y a la calma. Me cuesta soltar, soltarlo todo y despertar, me da miedo lo desconocido, casi mejor me quedo como estoy. Si no soy consciente no me deprimo y no he de enfrentarme a mis más temidos miedos. Pero la vida te enfrenta una y otra vez a la propia consciencia. Porque ella sabe de esos archivos que precisan desvelarse, tomar aire, hablar, decir, si, decírselo a tus gentes, a los que te quieren, expresar tu dolor y tu desconsuelo, sentir. Y como dejarme sentir no me lo puedo permitir porque tengo muchas obligaciones que cargar, pues suelo funcionar como si nada hubiera pasado, guardando hasta el rencor que me carcome por dentro y me impide abrir mi corazón y conectar con mis sentimientos. Y me inflamo, y me enfado cada vez que algo que me contraria sucede, y echo mis culpas fuera para no asumir mi parte, para seguir ignorando mi verdad, para no descubrir mis temores y mis pesares. Y así, ese desconsuelo, ese no poder aceptar el dolor de la pérdida, ese no poder acercarme a mi energía femenina con cariño y atenderla, ese no cuidarme y apretar todo en mi vida, el estress, las obligaciones, han tapado ese cuarto oscuro de mis recuerdos que no me permiten salir a mi misma. Y al separarme de esa alma femenina mía, me cubro del manto del que dirige y gobierna sin atender las necesidades de su pueblo, de las otras partes de su mismo ser.



Abro mi vida al consuelo, acepto lo que la vida me trae y me descubro como ser de luz a través de  ello. Quiero vivir en armonía conmigo misma, trascender el dolor,  recuperar todos mis yos perdidos.. Y permitirme soltar toda la negatividad para hacerme una con el cielo, participando de esta experiencia de vida que me habla y he de escuchar. Escuchar mi voz interior, escucharme, escuchar mi dolor y no escuchar constantemente mis pensamientos errados, mis consuelos mentales, compensaciones y conclusiones equivocadas que tienen en cuenta, que no olvidan, que no perdonan. Quiero abrirme al perdón. A aceptar que he vivido ciertas experiencias caóticas y de abuso que me han dejado infravalorada interiormente, en mi consciencia, como si no pudiera tener la oportunidad de una vida mejor, de ser yo, de reconocer todo mi potencial y recobrar mi perdida autoestima. Me abro a contemplar, con los ojos bien abiertos, las posibilidades de mi vida, y la verdad que hay en mi y en todo esto. Todo ese gran archivo que tan solo me habla de las frecuencias que concentro y que me obligan a experiencias difíciles. Y siento obligación hasta para quererme a mi misma, para querer a mis hijos, para querer a los míos.



Permanezco invisible para mí. Y vivo sin freno, con censura y represión, sin control, porque mi mente, mi consciencia y mi discernimiento se encuentran bloqueadas por el dolor. Me apego a una vida que me coarta posibilidades, de una vida mejor, de aceptación y verdadera transformación.

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